Lectura diaria de la Biblia
13 de Septiembre 2010 – Lunes
Mundo: Si un centurión romano acude a Cristo, ¿por qué no puede un alejado acercarse a quien tiene la respuesta a sus interrogantes vitales?
Fe: El cristiano es consciente de que si Jesús viene a su vida, especialmente en la eucaristía, no es por sus méritos, sino por la bondad divina.
Cuando terminó Jesús de hablar a la gente, entró en Cafarnaún. Un centurión tenía enfermo, a punto de morir, a un criado a quien estimaba mucho. Al oír hablar de Jesús, le envió unos ancianos de los judíos, para rogarle que fuera a curar a su criado. Ellos, presentándose a Jesús, le rogaban encarecidamente: Merece que se lo concedas, porque tiene afecto a nuestro pueblo y nos ha construido la sinagoga. Jesús se fue con ellos. No estaba lejos de la casa, cuando el centurión le envió unos amigos a decirle: Señor, no te molestes; no soy yo quién para que entres bajo mi techo; por eso tampoco me creí digno de venir personalmente. Dilo de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes, y le digo a uno: “Ve”, y va; al otro: “Ven”, y viene; y a mi criado: “Haz esto”, y lo hace. Al oír esto, Jesús se admiró de él y, volviéndose a la gente que lo seguía, dijo: Os digo que ni en Israel he encontrado tanta fe. Y al volver a casa, los enviados encontraron al siervo sano.
1Co 11, 17-26.33; Sal 39, 7-10.17 . Lucas 7, 1-10