La Jira


  

Plaza del Ayuntamiento de Campanario: lunes de Pascua
 

Día grande para Campanario en el que la idea de competir, participar y compartir empuja en un derroche de imaginación. Niñas, jóvenes y adultos, se entregan desde hace meses a diseñar y crear carrozas, engalanadas exteriormente con flores de papel, para llenar de atractivo y desbordante creatividad el desfile. Estas carrozas pueden ser representativas de cualquier cosa: un caballo, un parchís, una carroza real inglesa, etc.

 

Los caballistas juegan este día un papel no menos importante, aunque el objetivo final siempre es pasar un buen día en los Barrancos, con visita obligada a la Virgen de Piedra Escrita, entronada en su Ermita y coronada Patrona de la Serena.

 

Todos los años acude gente a tutiplén, pero este año se han superado todas las previsiones. Había más coches que moscas en las orillas de Arroyo Cestero.

 

El solo hecho de desfilar un caballo y su jinete llena de admiración, si además nos regalan una exhibición de adiestramiento, la emoción está servida; el paso español, el passat, el baile, el ponerse de manos, y los consiguientes saltos, son artes bien aprendidas por un sin número de caballos. En resumen: el desfile de carrozas, caballos, coches de caballos, carritos tirados por ponis, carros tirados por mulos, remolques engalanados y pequeños camiones cargados de jóvenes, fueron dos horas de expectación y de emoción contenida. El público concurrente lo abarrotaba todo y premiaba con sus aplausos el esfuerzo de los participantes. Tenemos que decir en honor a la verdad, que los diferentes tipos de música, elegidos por la corporación municipal, según que carroza o caballos pasaban ante el Ayuntamiento, no puede ser más acertado. Yo creo que han bailado hasta los caballos que no habían sido adiestrados para el ejercicio en cuestión.

 

Y ya en el entorno de la Ermita cada toldo o tienda agrupa a varias familias y en su conjunto forman un universo de historias, cantes, chistes y anécdotas; nosotros vivimos una pasada la hora de comer. Oímos a unos hombres que decían al pasar por la tienda: Virgen Santísima de Piedra Escrita, que en nuestro pecho tienes tu altar, como consientes con tanta gente, que nos vayamos sin merendar. Ante tamaña exclamación no tuvimos por menos que ofrecerles algo de comer.

Luego nos enteramos que no corrieron la misma suerte un grupo de chavales que por no tener el mismo atrevimiento e ingenio que los adultos y viendo que el hambre arreciaba, a las seis de la tarde decidieron volver a casa. Y como sería el hambre de estos tímidos chavales, que al pasar por la huerta de D. Mariano y ver el atrayente color amarillo de los higos chumbos se les hicieron los ojos chirivitas y unos de ellos dijo: los primeros diez Kg. sin pelar; hoy cinco días después se están quitando las espinas de la lengua y del cielo la boca.

 

Y volviendo a las tiendas familiares, una de las que se llevaron la palma fue la Peña Flamenca, tenía su enclave pasando el arroyo Cestero, donde la carretera jira a la izquierda, a 150 m., y a 40 de la carretera, a la izquierda; ahí estaba la tienda con la bandera extremeña ondeante.

Tuvimos cante flamenco y guitarra sin descanso; de todos es conocido que Campanario es terreno abonado donde se cultiva buen cante, siempre bajo la crítica especializada de personalidades doctos en esta rama del saber. A lo largo del día, por esta caseta, pasan destacadas voces, que son acompañadas a la guitarra por el joven e insigne maestro Pedro Miguel.

El rasgueo, el vino de pitarra y el pata negra, no faltaron, y como digo, esas voces desgarradas del flamenco y esos acordes magistrales de guitarra, nos hicieron pasar un día memorable.

 

La carroza agasajada con el primer premio fue el Caballo Español.

 

El alto grado de civismo, como siempre, es lo más destacado, aunque hemos de resaltar que este año han ardido dos ó tres carrozas; no se si de manera fortuita o intencionada. Un garbanzo negro en el costal confirma que la mayoría son blancos.

 

Diego Caballero

“Levita”

     

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