Lectura diaria de la Biblia

1 de enero 2025 – miércoles. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.

SOLEMNIDAD DE SANTA MARÍA, MADRE DE DIOS.

Papa Francisco: Comenzamos el año nuevo encomendándolo a María Madre de Dios. El Evangelio de la liturgia de hoy habla de ella, remitiéndonos nuevamente al encanto del pesebre. Los pastores van sin demora hacia la gruta y ¿qué encuentran? Encuentran –dice el texto- a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Detengámonos en esta escena e imaginemos a María que, como mama tierna y cuidadosa, acaba de depositar a Jesús en el pesebre. En ese colocar suavemente podemos ver un don hecho a nosotros: la Virgen no tiene al Hijo para sí misma, sino que nos lo presenta; no lo estrecha solo en sus brazos, sino que lo deposita para invitarnos a mirarlo, a acogerlo y a adorarlo. E aquí la maternidad de María: el Hijo que ha nacido nos lo ofrece a todos nosotros. Siempre dando al Hijo, señalando al Hijo, jamás guardando el Hijo como algo propio, no. Es así durante toda la vida de Jesús. (01-01-2022)

Números 6, 22-27: El Señor habló a Moisés: Di a Arón y a sus hijos, esta es la fórmula con que bendeciréis a los israelitas: “El Señor te bendiga y te proteja, ilumine tu rostro sobre ti y te conceda su favor; el Señor te muestre su rostro y te conceda la paz”. Así invocarán mi nombre sobre los hijos de Israel y yo los bendeciré.

Salmo 66, 2-8: Que Dios tenga piedad y nos bendiga.

Gálatas 4, 4-7: Cuando llegó la plenitud del tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos la adopción filial. Como sois hijos, Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: “Abba, Padre”. Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.

Lucas 2, 16-21: Los pastores fueron corriendo hacia Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel niño. Todos los que lo oían se admiraban de lo que les habían dicho los pastores. María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Y se volvieron los pastores dando gloria y alabanza a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho. Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.

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