Lectura diaria de la Biblia
22 de diciembre 2024 – domingo. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.
Papa Francisco: Aprendamos de la Virgen esta forma de reaccionar: levantarnos, sobre todo cuando las dificultades amenazan con aplastarnos. Levantarnos, para no empantanarnos en los problemas, hundiéndonos en la autocompasión o cayendo en una tristeza que nos paraliza. Pero ¿por qué levantarnos? Porque Dios es grande y está preparado para levantarnos si nosotros le tendemos la mano. Entonces arrojemos en Él los pensamientos negativos, los miedos que bloquean todo impulso y que impiden ir adelante. Y después hagamos como María: ¡miremos a nuestro alrededor y busquemos alguna persona a la que podamos ser de ayuda! (19-12-2021)
Miqueas 5, 1-4a: Esto dice el Señor: Y tú, Belén Efratá, pequeña entre los clanes de Judá, de ti voy a sacar al que ha de gobernar Israel; Sus orígenes son de antaño, de tiempos inmemoriales. Por eso, los entregará hasta que dé a luz la que debe dar a luz, el resto de sus hermanos volverá junto con los hijos de Israel. Se mantendrá firme, pastoreará con la fuerza del Señor, con el dominio del nombre del Señor, su Dios; Se instalarán, ya que el Señor se hará grande hasta el confín de la tierra. Él mismo será la paz.
Salmo 79, 2ac.3b.15.16.18-19: Oh Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve.
Hebreos 10, 5-10: Al entrar Cristo en el mundo, dice: Tú no quisiste sacrificios ni ofrendas; pero me formaste un cuerpo; no aceptaste holocaustos ni víctimas expiatorias. Entonces yo dije: He aquí que vengo –pues así está escrito en el comienzo del libro acerca de mí- para hacer, ¡oh Dios!, tu voluntad. Primero dice: Tú no quisiste sacrificios ni ofrendas, ni holocaustos ni victimas expiatorias, que se ofrecen según la Ley. Después añade: He aquí que vengo para hacer tu voluntad. Niega lo primero, para afirmar lo segundo. Y conforme a esa voluntad todos quedamos santificados por la ablación del cuerpo de Jesucristo, hecha una vez para siempre.
Lucas 1, 39-45: En aquellos días, María se levantó y se puso en camino deprisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó: ¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. ¡Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá!.