Lectura diaria de la Biblia
8 de septiembre 2024 – domingo. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.
Papa Francisco: Todos tenemos oídos, pero muchas veces no somos capaces de escuchar. ¿Por qué? Hermanos y hermanas, hay de hecho una sordera interior, que hoy podemos pedir a Jesús que toque y sane. Y esta sordera interior es peor que la física, porque es la sordera del corazón. Atrapados por las prisas, por mil cosas que decir y hacer, no encontramos tiempo para detenernos a escuchar a quien nos habla. Corremos el riesgo de volvernos impermeables a todo y de no dar cabida a quien necesitan ser escuchados: pienso en los hijos, en los jóvenes, en los ancianos, en muchos que no necesitan tantas palabras y sermones, sino ser escuchados. Preguntémonos: ¿cómo va mi escucha? ¿Me dijo tocar por la vida de las personas, sé dedicar tiempo a los que están cerca de mí para escuchar? (05-09-2021)
Isaías 35, 4-7a: Decid a los inquietos: Sed fuertes, no temáis. ¡E aquí vuestro Dios! Llega el desquite, la retribución de Dios. Viene en persona y os salvará. Entonces se despegarán los ojos de los ciegos, los oídos de los sordos se abrirán; entonces saltará el cojo como un ciervo, y cantará la lengua del mudo, porque han brotado aguas en el desierto, corrientes en la estepa. El páramo se convertirá en estanque, el suelo sediento en manantial.
Salmo 145, 6c-10: Alaba, alma mía, al Señor.
Santiago 2, 1-5: Hermanos míos: No mezcléis la fe en nuestro Señor Jesucristo glorioso con la acepción de personas. Suponed que en vuestra asamblea entra un hombre con sortija de oro y traje lujoso, y entra también un pobre con traje mugriento; si vosotros atendéis al que lleva el traje de lujo y le decís: Tú siéntate aquí cómodamente, y al pobre le decís: Tú quédate ahí de pie o siéntate en el suelo, a mis pies, ¿no estáis haciendo discriminaciones entre vosotros y convirtiéndoos en jueces de criterios inicuos? Escuchad, mis queridos hermanos: ¿Acaso no eligió Dios a los pobres según el mundo como ricos en la fe y herederos del Reino, que prometió a los que lo aman?
Marcos 7, 31-37: Dejando Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del mar de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo, que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga la mano. Él, apartándolo de la gente, a solas, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua. Y mirando al cielo, suspiró y le dijo: Effetá, (esto es, ábrete). Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba correctamente. Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos. Y en el colmo del asombro decían: todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos.