Lectura diaria de la Biblia
2 de septiembre 2024 – lunes. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.
Papa Francisco: Este evangelio nos muestra que el ministerio público de Jesús comienza con un rechazo y una amenaza de muerte, paradójicamente precisamente por parte de sus conciudadanos. Pero Jesús, que sabe bien que debe afrontar el cansancio, el rechazo, la persecución y la derrota, no se desanimó, ni detuvo el camino y la fecundidad de su acción profética: Él continuó su camino, confiando en el amor del Padre. (03-02-2019)
Jesús fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el libro del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos la vista; a poner en libertad a los oprimidos; a proclamar el año de gracia del Señor. Y, enrollando el rollo y devolviéndolo al que le ayudaba, se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos clavados en él. Y él comenzó a decirles: Hoy se cumple esta escritura que acabáis de oír. Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de sus labios. Y decían: ¿No es este el hijo de José?. Y Jesús les dijo: Sin duda me diréis aquel refrán: “Médico cúrate a ti mismo”, haz también aquí, en tu pueblo lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaún. Y añadió: En verdad os digo que ningún profeta es aceptado en su pueblo. Puedo aseguraros que en Israel había muchas viudas en los días de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo; sin embargo ninguno de ellos fue curado, sino Naamán, el sirio. Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose lo echaron fuera del pueblo y lo llevaron hasta un precipicio del monte sobre el que estaba edificado su pueblo, con intención de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso entre ellos y seguía su camino.
1Corintios 2, 1-5; Salmo 118, 97-102 . Lucas 4, 16-30