Lectura diaria de la Biblia
23 de junio 2024 – domingo. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.
Papa Francisco: Este es el inicio de nuestra fe: reconocer que solos no somos capaces de mantenernos a flote, que necesitamos a Jesús como los marineros a las estrellas para encontrar la ruta. La fe comienza por el creer que no bastamos nosotros mismos, con el sentir que necesitamos a Dios. Cuando vencemos la tentación de encerrarnos en nosotros mismos, cuando superamos la falsa religiosidad que no quiere incomodar a Dios, cuando le gritamos a Él, Él puede obrar maravillas en nosotros. Es la fuerza mansa y extraordinaria de la oración, que realiza milagros. (20-06-2021)
Job 38,1.8-11: El Señor habló a Job desde la tormenta: ¿Quién cerró el mar con una puerta, cuando escapaba impetuoso de su seno, cuando le puse nubes por mantillas y nubes tormentosas por pañales, cuando le establecí un límite poniendo puertas y cerrojos, y le dije: “Hasta aquí llegarás y no pasarás, aquí se romperá la arrogancia de tus olas”?
Salmo 106, 23-26.28-31: ¡Dad gracias al Señor, porque es eterna su misericordia!
2Corintios 5,14-17: Hermanos: Nos apremia el amor de Cristo al considerar que, si uno murió por todos, todos murieron. Y Cristo murió por todos, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para el que murió y resucitó por ellos. De modo que nosotros desde ahora no conocemos a nadie según la carne; Si alguna vez conocimos a Cristo según la carne, ahora ya no lo conoceremos así. Por tanto, si alguno está en Cristo, es una criatura nueva. Lo viejo ha pasado, ha comenzado lo nuevo.
Marcos 4,35-41: Un día, al atardecer, dice Jesús a sus discípulos: Vamos a la otra orilla. Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban. Se levantó una fuerte tempestad y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba en la popa, dormido sobre un cabezal. Lo despertaron diciendo: Maestro, ¿no te importa que perezcamos? Se puso en pie, increpó al viento y dijo al mar: ¡Silencio, enmudece!. El viento cesó y vino una gran calma. Él les dijo: ¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?. Se llenaron de miedo y se decían unos a otros: ¿Pero, quién es éste? ¡Hasta el viento y el mar lo obedecen!