Lectura diaria de la Biblia
19 de octubre 2022 – miércoles. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.
Papa Francisco: Orad, orad. No se puede llevar adelante una vida cristiana sin la vigilancia. Por eso la vida cristiana puede considerarse una milicia. Pero es una lucha bellísima, porque nos da esa alegría de que el Señor ha vencido en nosotros, con su gratuidad de salvación. Sin embargo, todos somos un poco perezosos, nos dejamos llevar por las pasiones, por algunas tentaciones. Pero, aunque somos pecadores no debemos desalentarnos, porque el Señor está con nosotros, quien nos ha dado todo y nos hará vencer también en este pequeño paso de hoy, con la gracia de la fuerza, de la valentía, de la oración, de la vigilancia y de la alegría.
Dijo Jesús a sus discípulos: Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, velaría y no le dejaría abrir un boquete en casa. Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre. Pedro le dijo: Señor, ¿dices esta parábola por nosotros o por todos?. El Señor le dijo: ¿Quién es el administrador fiel y prudente a quien el señor pondrá al frente de su servidumbre para que reparta la ración de alimento a sus horas? Bienaventurado aquel criado a quien su señor, al llegar, lo encuentre portándose así. En verdad os digo que lo pondrá al frente de todos sus bienes. Pero si aquel criado dijere para sus adentros: “Mi señor tarda en llegar”, y empieza a pegarles a los criados y criadas, a comer y beber y emborracharse, vendrá el señor de ese criado el día que no espera y a la hora que no sabe y lo castigará con rigor, y le hará compartir la suerte de los que no son fieles. El criado que, conociendo la voluntad de su señor, no se prepara ni obra de acuerdo con su voluntad, recibirá muchos azotes; pero el que, sin conocerla, ha hecho algo digno de azotes, recibirá menos. Al que mucho se le dio, mucho se le reclamará; al que mucho se le confió, más aún se le pedirá.
Efesios 3, 2-12; Salmo: Isaías 12, 2-6; . Lucas 12, 39-48