Lectura diaria de la Biblia
9 de abril 2022 – sábado. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.
Papa Francisco: Jesús se dirige a los jefes de los sacerdotes y a los ancianos del pueblo, a los que tenían la autoridad. Pensemos en esa palabra de Caifás “es más ventajoso para nosotros que muera un hombre por el pueblo y que no se estropee la nación entera”. Estas personas habían llegado a este estado de prepotencia, incluso de tiranía hacia el pueblo, instrumentalizando la ley, pero era una ley sin memoria: habían olvidado el primer mandamiento que Dios dio a nuestro padre Abrahán: camina en mi presencia y sé irreprensible.
Muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús (la resurrección de Lázaro), creyeron en él. Pero algunos acudieron a los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús. Los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron el Sanedrín y dijeron: ¿Qué hacemos? Este hombre hace muchos signos. Si lo dejamos seguir, todos creerán en él, y vendrán los romanos y nos destruirán el lugar santo y la nación. Uno de ellos, Caifás, que era sumo sacerdote aquel año, les dijo: Vosotros no entendéis ni palabra; no comprendéis que os conviene que uno muera por el pueblo, y que no perezca la nación entera. Esto no lo dijo por propio impulso, sino que, por ser sumo sacerdote aquel año, habló proféticamente, anunciando que Jesús iba a morir por la nación; y no solo por la nación, sino también para reunir a los hijos de Dios dispersos. Y aquel día decidieron darle muerte. Por eso Jesús ya no andaba públicamente entre los judíos, sino que se retiró a una región vecina al desierto, a una ciudad llamada Efraín, y pasaba allí el tiempo con los discípulos. Se acercaba la pascua de los judíos, y muchos de aquella región subían a Jerusalén, antes de la pascua, para purificarse. Buscaban a Jesús y, estando en el templo, se preguntaban: ¿Qué os parece? ¿vendrá a la fiesta?. Los sumos sacerdotes y fariseos habían mandado que el que se enterase de dónde estaba les avisara para prenderlo.
Ezequiel 37, 21-28; Salmo: Jeremías 31, 10-13 . Juan 11, 45.47-57