Lectura diaria de la Biblia
8 de diciembre 2021 – miércoles. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.
SOLEMNIDAD DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA
Papa Francisco: La Palabra de Dios nos presenta hoy una alternativa. En la primera lectura está el hombre que en los orígenes dice no a Dios, y en el Evangelio está María que en la Anunciación dice sí a Dios. En ambas lecturas es Dios quien busca al hombre. En el primer caso se dirige a Adán, después del pecado, y le pregunta: ¿Dónde estás?. Y él responde: Me escondí. En el segundo caso se dirige a María, sin pecado, que le responde: He aquí la esclava del Señor. Heme aquí es lo opuesto de me escondí. El heme aquí abre a Dios, mientras el pecado cierra, aísla, hace que permanezca solo consigo mismo. Heme aquí es estar disponible para el Señor, es la cura para el egoísmo, el antídoto de una vida insatisfecha, a la que siempre le falta algo. Heme aquí es el remedio contra el empecimiento del pecado, es la terapia para permanecer jóvenes dentro. Heme aquí es creer que Dios cuenta más que mi yo. Es elegir apostar por el Señor, dócil a su sorpresa. Por eso decirle heme aquí es la mayor alabanza que podemos ofrecerle. María vence esta primera tentación con su heme aquí. Y hoy miramos la belleza de la Virgen, concebida, nacida y crecida sin pecado, siempre dócil y transparente a Dios (8-12-2018).
Génesis 3, 9-15.20: Después que Adán comió del árbol, el Señor llamó al hombre: “¿Dónde estás?”. Él contestó: “Oí tu ruido en el jardín, me dio miedo, porque estaba desnudo, y me escondí”. El Señor le replicó: “¿Quién te informó de que estabas desnudo? ¿Es que has comido del árbol del que te prohibí comer?”. Adán respondió: “La mujer que me diste como compañera me ofreció del fruto, y comí”. El Señor dijo a la mujer: “¿Qué has hecho?”. La mujer respondió: “La serpiente me sedujo y comí”. El Señor Dios dijo a la serpiente: “Por haber hecho eso, maldita tú entre todo el ganado y todas las fieras del campo; te arrastrarás sobre el vientre y comerás polvo toda tu vida; pongo hostilidad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y su descendencia; esta te aplastará la cabeza cuando tú la hieras en el talón”. Adán llamó a su mujer Eva, por ser la madre de todos los que viven.
Salmo 97, 1bcde-4: Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas.
Efesios 1, 3-6.11-12: Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bendiciones espirituales en los cielos. Él nos eligió en la persona de Cristo antes de la fundación del mundo para que fuésemos santos e intachables ante él por el amor. Él nos ha destinado por medio de Jesucristo, según el beneplácito de su voluntad, a ser sus hijos, para alabanza de la gloria de su gracia, que tan generosamente nos ha concedido en el Amado. En él hemos heredado también los que estábamos destinados por decisión del que lo hace todo según su voluntad, para que seamos alabanza de su gloria quienes esperábamos en el Mesías.
Lucas 1, 26-38: El ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David: el nombre de la virgen era María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”. Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquel. El ángel le dijo: “No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin”. Y María dijo al ángel: “¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?”. El ángel le contestó: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios. También tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, “porque para Dios nada hay imposible”. María contestó: “He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra”. Y el ángel se retiró.