Lectura diaria de la Biblia

10 de octubre 2021 – domingo. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.

Papa Francisco: El Evangelio de este domingo nos invita a encontrarnos con el Señor, siguiendo el ejemplo de uno que se le acercó corriendo. Podemos identificarnos con ese hombre, del que no se dice el nombre en el texto, como para sugerir que puede representar a cada uno de nosotros. Le pregunta a Jesús cómo heredar la vida eterna. Él pide la vida para siempre, la vida en plenitud: ¿Quién de nosotros no la querría? Pero, vemos que la pide como una herencia para poseer, como un bien que hay que obtener. Para conseguir este bien ha observado los mandamientos desde la infancia y para lograr el objetivo está dispuesto a observar otros; por esto pregunta: ¿Qué debo hacer para heredar?. La respuesta de Jesús lo desconcierta. El señor pone su mirada el él y lo ama. Jesús cambia la perspectiva: de los preceptos observados para obtener recompensas pasa al amor gratuito y total. Aquella persona hablaba en términos de oferta y demanda, Jesús le propone una historia de amor. Le pide que pase de la observancia de las leyes al don de sí mismo, de hacer por sí mismo o estar con él. Y le hace una propuesta de vida “tajante”: Véndelo que tienes, dáselo a los pobres (…) y luego ven y sígueme. Jesús también te dice a ti: Ven, sígueme. Ven: no estés quieto, porque para ser de Jesús no es suficiente con no hacer nada malo. Sígueme: no vayas detrás de Jesús solo cuando te apetezca, sino búscalo cada día; no te conformes con observar los preceptos, con dar un poco de limosna y decir algunas oraciones: encuentra en Jesús al Dios que siempre te ama, el sentido de tu vida, la fuerza para entregarte (14-10-2018).

Sabiduría 7, 7-11: Supliqué y me dada la prudencia, invoqué y vino a mí el espíritu de sabiduría. La preferí a cetros y tronos, y a su lado en nada tuve la riqueza. No la equiparé a la piedra más preciosa, porque todo el oro ante ella es un poco de arena y junto a ella la plata es como el barro. La quise más que a la salud y la belleza, y la preferí a la misma luz, porque su resplandor no tiene ocaso. Con ella me vinieron todos los bienes juntos, tiene en sus manos riquezas incontables.

Salmo 89, 12-17: Sácianos de tu misericordia, Señor, y estaremos alegres.

Hebreos 4, 12-13: Hermanos: La palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo; penetra hasta el punto donde se dividen alma y espíritu, coyunturas y tuétanos; juzga los deseos e intenciones del corazón. Nada se le oculta; todo está patente y descubierto a los ojos de aquel a quien hemos de rendir cuentas.

Marcos 10, 17-30: Cuando salía Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló ante él y le preguntó: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?. Jesús le contestó: ¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios. Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre. Él replicó: Maestro, todo eso lo he cumplido desde mi juventud. Jesús se le quedó mirando, lo amó y le dijo: Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dáselo a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego ven y sígueme. A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó triste, porque era muy rico. Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: ¡Qué difícil les será entrar en el reino de Dios a los que tienen riquezas!. Los discípulos quedaron sorprendidos de estas palabras. Pero Jesús añadió: Hijos, ¡qué difícil es entrar en el reino de Dios! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios. Ellos se espantaron y comentaban: Entonces, ¿quién puede salvarse?. Jesús se les quedó mirando y les dijo: Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo. Pedro se puso a decirle: Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido. Jesús dijo: En verdad os digo que no hay nadie que haya dejado casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, que no reciba ahora, en este tiempo, cien veces más -casas, hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones-, y en la edad futura, vida eterna.

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