Lectura diaria de la Biblia
5 de septiembre 2021 – domingo. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.
Papa Francisco: Llevaron ante Jesús a un sordomudo, pidiéndole que le impusiera la mano. Él, antes de todo, lo apartó lejos de la multitud. Jesús puso los dedos en las orejas del sordomudo y con la saliva le tocó la lengua. Esto recuerda a la Encarnación: se hizo hombre, y puede comprender la condición penosa de otro hombre e interviene con un gesto en el cual está implicada su propia humanidad. Al mismo tiempo, Jesús quiere hacer entender que el milagro sucede por motivo de su unión con el Padre: por esto, levantó la mirada al cielo. Después emitió un suspiro y pronunció la palabra resolutiva: Effetá, que significa Ábrete. Y enseguida el hombre fue sanado: se le abrieron los oídos, se soltó la atadura de su lengua. La sanación fue para él una apertura a los demás y al mundo. Sobre todo, la sanación de la enfermedad. Pero hay una segunda sanación, quizá más difícil, y es la sanación del miedo. La sanación del miedo que nos empuja a marginar al enfermo. Demasiadas veces el enfermo y el que sufre se convierten en un problema, mientras que deberían ser ocasión para manifestar la preocupación y la solidaridad de una sociedad en lo relacionado con los más débiles. Jesús nos ha desvelado el secreto de un milagro que podemos repetir también nosotros: se trata de abrirnos a las necesidades de nuestros hermanos que sufren y necesitan ayuda, escapando del egoísmo y la cerrazón del corazón. Es precisamente el corazón, el núcleo profundo de la persona, lo que Jesús ha venido a abrir, a liberar, para hacernos capaces de vivir plenamente la relación con Dios y con los demás (9-9-2018). (Santa Teresa de Calcuta) pensemos juntos hoy en la madre Teresa de Calcuta. Una hermana pequeña –nadie daba 10 céntimos por ella- que iba por las calles recogiendo moribundos para que tuvieran una muerte digna. Esta pequeña hermana, con la oración y con su obra hizo maravillas. La pequeñez de una mujer revolucionó la obra de la caridad en la Iglesia. Es un ejemplo de nuestros días. Debemos esforzarnos en abrir el corazón y la mente, para acoger la realidad divina que viene a nuestro encuentro. Se trata de tener fe: La falta de fe es un obstáculo para la gracia de Dios (8-7-2018).
Isaías 35, 4-7a: Decid a los inquietos: Sed fuertes, no temáis. ¡E aquí vuestro Dios! Llega el desquite, la retribución de Dios. Viene en persona y os salvará. Entonces se despegarán los ojos de los ciegos, los oídos de los sordos se abrirán; entonces saltará el cojo como un ciervo, y cantará la lengua del mudo, porque han brotado aguas en el desierto, corrientes en la estepa. El páramo se convertirá en estanque, el suelo sediento en manantial.
Salmo 145, 7-10: Alaba, alma mía, al Señor.
Santiago 2, 1-5: Hermanos míos: No mezcléis la fe en nuestro Señor Jesucristo glorioso con la acepción de personas. Suponed que en vuestra asamblea entra un hombre con sortija de oro y traje lujoso, y entra también un pobre con traje mugriento; si vosotros atendéis al que lleva el traje de lujo y le decís: Tú siéntate aquí cómodamente, y al pobre le decís: Tú quédate ahí de pie o siéntate en el suelo, a mis pies, ¿no estáis haciendo discriminaciones entre vosotros y convirtiéndoos en jueces de criterios inicuos? Escuchad, mis queridos hermanos: ¿Acaso no eligió Dios a los pobres según el mundo como ricos en la fe y herederos del Reino, que prometió a los que lo aman?
Marcos 7, 31-37: Dejando Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del mar de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo, que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga la mano. Él, apartándolo de la gente, a solas, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua. Y mirando al cielo, suspiró y le dijo: Effetá, (esto es, ábrete). Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba correctamente. Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos. Y en el colmo del asombro decían: todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos.