Lectura diaria de la Biblia

15 de agosto 2021 – domingo. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.

SOLEMNIDAD DE LA ASUNCIÓN DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA

Papa Francisco: En la solemnidad de hoy, la Asunción de la bienaventurada Virgen María, el pueblo santo y fiel de Dios expresa con alegría su veneración por la Virgen Madre. Lo hace en la liturgia común y también con mil formas diferentes de piedad; y así la profecía de María misma se hace realidad: Desde ahora me felicitarán todas las generaciones (Lucas 1, 48). Porque el Señor ha puesto los ojos en la humildad de su esclava. María rezaba, gobernaba la familia y la casa, frecuentaba la sinagoga… pero cada acción diaria la hacía siempre en unión total con Jesús. Y sobre el Calvario esta unión alcanzó la cumbre en el amor, en la compasión y en el sufrimiento del corazón. Por eso Dios le concedió una participación plena en la resurrección de Jesús. El cuerpo de la Santa Madre fue preservado de la corrupción, como el del Hijo. La Iglesia hoy nos invita a contemplar este misterio: este nos muestra que Dios quiere salvar al hombre por completo, alma y cuerpo. Jesús resucitó con el cuerpo que había asumido de María; y subió al Padre con su humanidad transfigurada. Con el cuerpo, un cuerpo como el nuestro, pero transfigurado. La asunción de María, criatura humana, nos da la confirmación de nuestro destino glorioso. Los filósofos griegos despreciaban el cuerpo –considerado prisión del alma- y no concebían que Dios hubiera dispuesto que también el cuerpo del hombre estuviera unido al alma en la bienaventuranza celestial. Nuestro cuerpo, transfigurado, estará allí. Esto –la resurrección de la carne- es un elemento propio de la revelación cristiana, una piedra angular de nuestra fe (15-8-2018).

Apocalipsis 11, 19a; 12, 1-6a.10ab: Se abrió en el cielo el santuario de Dios y apareció en su santuario el arca de la alianza. Un gran signo apareció en el cielo: Una mujer vestida de sol, y la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza; y está en cinta, y grita con dolores de parto y con el tormento de dar a luz. Y apareció otro signo en el cielo: Un gran dragón rojo que tiene siete cabezas y diez cuernos y sobre sus cabezas siete diademas, y su cola arrastra la tercera parte de las estrellas del cielo y las arrojó sobre la tierra. Y el dragón se puso en pie ante la mujer que iba a dar a luz, para devorar a su hijo cuando lo diera a luz. Y dio a luz un hijo barón, el que ha de pastorear a todas las naciones con vara de hierro, y fue arrebatado si hijo junto a Dios y junto a su trono; y la mujer huyó al desierto, donde tiene un lugar preparado por Dios. Y oí una gran voz en el cielo que decía: Ahora se ha establecido la salvación y el poder y el reinado de nuestro Dios, y la potestad de su Cristo.

Salmo 44, 11-12.16: De pie a tu derecha está la reina, enjoyada con oro de Ofir.

1Corintios 15, 20-27a: Cristo ha resucitado de entre los muertos y es primicia de los que han muerto. Si por un hombre vino la muerte, por un hombre vino la resurrección. Pues lo mismo que en Adán mueren todos, así en Cristo todos serán vivificados. Pero cada uno en su puesto: Primero Cristo, como primicia; después todos los que son de Cristo, en su venida; después el final, cuando Cristo entregue el reino a Dios Padre, cuando haya aniquilado todo principado, poder y fuerza. Pues Cristo tiene que reinar hasta que ponga a todos sus enemigos bajo sus pies. El último enemigo en ser destruido será la muerte, porque lo ha sometido todo bajo sus pies.

Lucas 1, 39-56: María se puso en camino y fue de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel de Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó: ¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que ha dicho el Señor se cumplirá. María dijo: proclama mi alma la grandeza del Señor, “se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humildad de su esclava”. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: “su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación”. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, “derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de viernes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia” -como lo había prometido a “nuestros padres”- en favor de Abrahán y su descendencia por siempre. María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.

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