Lectura diaria de la Biblia
28 de mayo 2021 – viernes. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.
Papa Francisco: La persecución es parte de la vida cristiana, es más, ser perseguido es una bienaventuranza. Cuando Jesús echa a los vendedores del templo, para purificar el templo, los jefes de los sacerdotes y los escribas “buscaban la manera de acabar con él”. Jesús fue perseguido a causa de su fidelidad al Padre (1-6-2018).
Después que el gentío lo hubo aclamado, entró Jesús en Jerusalén, en el templo, lo estuvo observando todo y, como era ya tarde, salió hacia Betania con los Doce. Al día siguiente, cuando salió de Betania, sintió hambre. Vio de lejos una higuera con hojas y se acercó para ver si encontraba algo; al llegar no encontró más que hojas, porque no era tiempo de higos. Entonces le dijo: Nunca jamás coma nadie frutos de ti. Los discípulos lo oyeron. Llegaron a Jerusalén y, entrando en el templo, se puso a echar a los que vendían y compraban en el templo, volcando las mesas de los cambistas y los puestos de los que vendían palomas. Y no consentía a nadie transportar objetos por el templo. Y los instruía diciendo: ¿No está escrito: “Mi casa será casa de oración para todos los pueblos”? Vosotros en cambio la habéis convertido en cueva de bandidos. Se enteraron los sumos sacerdotes y los escribas y, como le tenían miedo, porque todo el mundo admiraba su enseñanza, buscaban una manera de acabar con él. Cuando atardeció, salieron de la ciudad. A la mañana siguiente, al pasar, vieron la higuera seca de raíz. Pedro cayó en la cuenta y dijo a Jesús: Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado. Jesús contestó: Tened fe en Dios. En verdad os digo que si uno dice a este monte: “Quítate de ahí y tírate al mar” y no duda en su corazón, sino que cree en que sucederá lo que dice, lo obtendrá. Por eso os digo: Todo cuanto pidáis en la oración, creed que os lo han concedido, y la obtendréis. Y cuando os pongáis a orar, perdonad lo que tengáis contra otros, para que también vuestro Padre del cielo os perdone vuestras culpas.
Eclesiástico 44, 1.9-13; Salmo 149, 1bc-6a.9b . Marcos 11, 11-25