Lectura diaria de la Biblia
23 de marzo 2021 – martes. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.
Papa Francisco: En la primera lectura de hoy (Números 21, 4-9), el pueblo de Dios esclavo en Egipto había sido liberado: ellos habían visto verdaderos milagros. Y, cuando tuvieron miedo, en el momento de la persecución del faraón, cuando estuvieron ante el mar Rojo, vieron el milagro que Dios había realizado para ellos. El camino de liberación comenzó con la alegría: estaban contentos porque fueron liberados de la esclavitud, porque llevaban consigo la promesa de una tierra muy buena, y las mujeres tenían con ellas las joyas de las egipcias. Pero aun cierto punto, cuando se alargaba el camino, el pueblo ya no soportó el viaje y se cansó. Comenzó a hablar contra Dios y contra Moisés: ¿por qué nos han sacado de Egipto para morir en el desierto? Comenzó a criticar: a hablar mal de Dios, de Moisés, diciendo: “No tenemos ni pan ni agua, y nos da náuseas ese pan sin sustancia, el maná”. A los israelitas les daba náuseas las ayudas de Dios, el don de Dios. Y, así, la alegría del comienzo de la liberación se convirtió en tristeza, en murmuración (4-4-2017).
Dijo Jesús a los fariseos: Yo me voy y me buscaréis, y moriréis por vuestro pecado. Donde yo voy no podéis venir vosotros. Y los judíos comentaban: ¿Será que va a suicidarse, y por eso dice: “Donde yo voy no podéis venir vosotros”? Y él continuaba: Vosotros sois de aquí abajo, yo soy de allá arriba: vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. Con razón os he dicho que moriréis en vuestros pecados; pues, si no creéis que “yo soy”, moriréis por vuestros pecados. Ellos le decían: ¿Quién eres tú?. Jesús les contestó: Lo que os estoy diciendo desde el principio. Podría decir y condenar muchas cosas en vosotros; pero el que me ha enviado es veraz y yo comunico al mundo lo que he aprendido de él. Ellos no comprendieron que les hablaba del Padre. Y entonces dijo Jesús: Cuando levantéis en alto al Hijo del hombre, sabréis que “yo soy”, y que no hago nada por mi cuenta, sino que hablo como el Padre me ha enseñado. El que me envió está conmigo, no me ha dejado solo; porque yo hago siempre lo que le agrada. Cuando les exponía esto, muchos creyeron en él.
Números 21, 4-9; Salmo 101, 2-3.16-21 . Juan 8, 21-30