Lectura diaria de la Biblia
4 de abril 2020 – sábado. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.
Papa Francisco: El gesto de Jesús que resucita a Lázaro muestra hasta dónde puede llegar la fuerza de la gracia de Dios, y, por lo tanto, hasta dónde puede llegar nuestra conversión, nuestro cambio. No existe límite alguno para la misericordia divina ofrecida a todos, recordad bien esta frase. El Señor está siempre dispuesto a quitar la piedra de la tumba de nuestros pecados, que nos separa de Él, la luz de los vivientes. (6-4-2014).
Muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús (la resurrección de Lázaro), creyeron en él. Pero algunos acudieron a los fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús. Los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron el Sanedrín y dijeron: ¿Qué hacemos? Este hombre hace muchos signos. Si lo dejamos seguir, todos creerán en él, y vendrán los romanos y nos destruirán el lugar santo y la nación. Uno de ellos, Caifás, que era sumo sacerdote aquel año, les dijo: Vosotros no entendéis ni palabra; no comprendéis que os conviene que uno muera por el pueblo, y que no perezca la nación entera. Esto no lo dijo por propio impulso, sino que, por ser sumo sacerdote aquel año, habló proféticamente, anunciando que Jesús iba a morir por la nación; y no solo por la nación, sino también para reunir a los hijos de Dios dispersos. Y aquel día decidieron darle muerte. Por eso Jesús ya no andaba públicamente entre los judíos, sino que se retiró a la región vecina al desierto, a una ciudad llamada Efraín, y pasaba allí el tiempo con los discípulos. Se acercaba la pascua de los judíos, y muchos de aquella región subían a Jerusalén, antes de la pascua, para purificarse. Buscaban a Jesús y, estando en el templo, se preguntaban: ¿Qué os parece? ¿Vendrá a la fiesta?. Los sumos sacerdotes y fariseos habían mandado que el que se enterase de dónde estaba les avisara para prenderlo.
Ezequiel 37, 21-28; Salmo: Jeremías 31, 10-12ab.13 . Juan 11, 45.47-57