Lectura diaria de la Biblia
6 de enero 2020 – lunes. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.
SOLEMNIDAD DE LA EPIFANÍA DEL SEÑOR
Papa Francisco: Si hemos ido al Señor con las manos vacías, hoy podemos remediarlo. El evangelio nos muestra, por así decirlo, una pequeña lista de regalos (que los magos de Oriente llevaron a Jesús): oro, incienso y mirra. 1. El oro, considerado el elemento más precioso, nos recuerda que a Dios hay que darle siempre el primer lugar. Se le adora. 2. Luego está el incienso, que simboliza la relación con el Señor, la oración, que es como un perfume sube hasta Dios. 3. A propósito de hechos, ahí está la mirra, el ungüento que se usará para envolver con amor el cuerpo de Jesús bajado de la cruz (6-1-2019).
Isaías 60, 1-6: ¡Levántate y resplandece, Jerusalén, porque llega tu luz; la gloria del Señor amanece sobre ti!
Salmo 71, 1-2.7-13: Se postrarán ante ti, Señor, todos los reyes de la tierra.
Efesios 3, 2-3a.5-6: Hermanos: habéis oído hablar de la distribución de la gracia de Dios que se me ha dado en favor de vosotros, los gentiles.
Mateo 2, 1-12: Habiendo nacido Jesús en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes, unos Magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: ¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo. Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó y todo Jerusalén con él; convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta: “Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres ni mucho menos la última de las poblaciones de Judá; pues de ti saldrá un jefe que pastoreará a mi pueblo Israel”. Entonces Herodes llamó en secreto a los magos para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén diciéndoles: Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo. Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y, de pronto, la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se retiraron a su tierra por otro camino.