Lectura diaria de la Biblia
8 de abril 2019 – lunes. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.
Papa Francisco: Al ciego de nacimiento, curado por Jesús, lo interroga primero la multitud asombrada –han visto el milagro y lo interrogan-, luego los doctores de la ley; e interrogan también a sus padres. Al final, el ciego curado se acerca a la fe, y esta es la gracia más grande que le da Jesús: no solo ver, sino conocerlo a Él, verlo a Él como la luz del mundo (Jn 9, 5). Mientras que el ciego se acerca gradualmente a la luz, los doctores de la ley, en cambio, se hunden cada vez más en su ceguera interior. Abrámonos a la luz del Señor. Él nos espera siempre para hacer que veamos mejor, para darnos más luz, para perdonarnos (30-3-2014).
Jesús volvió a hablar a los fariseos, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no camina en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. Le dijeron los fariseos: Tú das testimonio de ti mismo, tu testimonio no es verdadero. Jesús les contestó: Aunque yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio es verdadero, porque sé de donde he venido y adónde voy; en cambio, vosotros no sabéis de dónde vengo ni adónde voy. Vosotros juzgáis según la carne; yo no juzgo a nadie; y, si juzgo yo, mi juicio es legítimo, porque no estoy yo solo, sino que estoy con el que me ha enviado, el Padre; y en vuestra ley está escrito que el testimonio de dos es válido. Yo doy testimonio de mí mismo, y además da testimonio de mí el que me ha enviado, el Padre; y en vuestra ley está escrito que el testimonio de dos hombres es verdadero. Os doy testimonio de mí mismo, y además da testimonio de mí el que me ha enviado, el Padre. Ellos le preguntaban: ¿Dónde está tu Padre?. Jesús contestó: Ni me conocéis a mí ni a mi Padre; si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre. Jesús tuvo esta conversación junto al arca de las ofrendas, cuando enseñaba en el templo. Y nadie le echó mano, porque todavía no había llegado su hora.
Daniel 13, 41-62; Salmo 22, 1.3-6 . Juan 8, 12-20