Lectura diaria de la Biblia
3 de septiembre 2018 – lunes. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.
Papa Francisco: ¿Qué ventaja hemos recibido por cumplir los mandamientos de Dios, mientras que los soberbios aun haciendo el mal, se multiplican y, aun provocando a Dios quedan impunes? ¿Por qué a este que es un descarado a quien no le importa ni Dios ni los otros, que es una persona injusta y mala, le va todo bien en la vida, tiene todo lo que quiere y nosotros que queremos hacer el bien tenemos tantos problemas? ¿Qué dice el Salmo sobre los malvados, sobre los que pensamos que les va todo bien? No así los impíos, no así; serán paja que arrebata el viento. Porque el Señor protege el camino de los justos, pero el camino de los impíos acaba mal (8-10-2015).
Fue Jesús a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el libro del profeta Isaías y, desarrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos la vista; a poner en libertad a los oprimidos; a proclamar el año de gracia del Señor. Y, enrollando el rollo y devolviéndolo al que lo ayudaba, se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos clavados en él. Y él comenzó a decirles: Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír. Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de su boca. Y decían: ¿No es éste el hijo de José?. Y Jesús les dijo: Ningún profeta es aceptado en su pueblo. Puedo aseguraros que en Israel había muchas viudas en los días de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado, sino Naamán, el sirio. Al oír esto, lo llevaron hasta un precipicio del monte sobre el que estaba edificado su pueblo, con intención de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso entre ellos y seguía su camino.
1Corintios 2, 1-5; Salmo 118, 97-102 . Lucas 4, 16-22.24-27.29-30