Lectura diaria de la Biblia
8 de abril de 2018 domingo. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.
DOMINGO DE LA DIVINA MISERICORDIA
Papa Francisco: Compartamos con alegría este momento de oración que nos introduce en el Domingo de la Misericordia, muy deseado por San Juan Pablo II –hoy, en el 2005 se nos fue- y quería esto para hacer realidad una petición de santa Faustina. El apóstol Tomás es un testarudo. No había creído. Y ha encontrado la fe cuando ha tocado las llagas del Señor. Una fe que no es capaz de meterse en las llagas del Señor no es fe. Una fe que no es capaz de ser misericordiosa, como son signos de misericordia las llagas del Señor, no es fe: es idea, es ideología. Nuestra fe es encarnada en Dios que se ha hecho carne, que se ha hecho pecado, que ha sido herido por nosotros. Si queremos creer seriamente y tener fe, debemos acercarnos y tocar aquellas llagas. Acariciar aquellas llagas e incluso bajar la cabeza y dejar que los otros acaricien nuestras heridas. Que sea el Espíritu Santo quien de esos pasos: él es el amor, él es la misericordia que se comunica a nuestros corazones. Permanezcamos con el corazón abierto, para que el Espíritu pueda transformarlo; y así, perdonados, reconciliados, inmersos en las llagas del Señor, seamos testigos de la alegría que brota del encentro con el Señor Resucitado, vivo entre nosotros (2-4-2016).
Hechos de los Apóstoles 4, 32-35: El grupo de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma: lo poseían todo en común y nadie llamaba suyo propio nada de lo que tenían, pues lo poseían todo en común. Los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho valor. Y se los miraba a todos con mucho agrado. Entre ellos no había necesitados, pues los que poseían tierras o casas las vendían, traían el dinero de lo vendido y lo ponían a los pies de los apóstoles; luego se distribuía a cada uno según lo que necesitaba.
Salmo 117, 2-4.16-18.22-24: Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.
1Juan 5, 1-6: Todo el que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios; y todo el que ama a aquel que da el ser, ama también al que ha nacido de él. En esto conoceremos que amamos a los hijos de Dios: si amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos. Pues en esto consiste el amor a Dios: en que guardemos sus mandamientos. Y sus mandamientos no son pesados, pues todo lo que ha nacido de Dios vence al mundo. Y lo que ha conseguido la victoria sobre el mundo es nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? Éste es el que vino por el agua y la sangre: Jesucristo. No sólo en el agua, sino en el agua y en la sangre: y el Espíritu es quien da testimonio, porque el Espíritu es la verdad.
Juan 20, 19-31: Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros. Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo. Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: Recibid el Espíritu Santo; a quien les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos. Tomás, uno de los doce, llamado el mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: Hemos visto al Señor. Pero él les contestó: Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo. A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: Paz a vosotros. Luego dijo a Tomás: Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente. Contestó Tomás: ¡Señor mío y Dios mío!. Jesús le dijo: ¿Porque me has visto has creído? Bienaventurados los que crean sin haber visto. Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Éstos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.