Lectura diaria de la Biblia
20 de marzo 2018 – martes. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.
Papa Francisco: La serpiente de bronce curaba, pero era signo de dos cosas: del pecado hecho por la serpiente, de la seducción de la serpiente, de la astucia de la serpiente; y también era señal de la cruz de Cristo. Era una profecía. La salvación solo viene de la cruz, pero de esta cruz que es Dios hecho carne. No hay salvación en las ideas, no hay salvación en la buena voluntad, en el deseo de ser buenos… No. La única salvación está en Cristo crucificado, porque solo Él, como significaba la serpiente de bronce, ha sido capaz de tomar todo el veneno del pecado y nos ha curado allí. Pero ¿qué es la cruz para nosotros? Sí, es el signo de los cristianos, es el símbolo de los cristianos. Y nosotros nos hacemos el signo de la cruz, pero no siempre lo hacemos bien, porque no tenemos esta fe en la cruz. Otras veces, para algunas personas es un distintivo de pertenencia: “Si, yo llevo la cruz para hacer ver que soy cristiano”. Está bien eso, pero no solo como distintivo, como si fuera de un equipo, sino como memoria de Aquel que se hizo pecado (4-4-2017).
Dijo Jesús a los fariseos: Yo me voy y me buscaréis, y moriréis por vuestro pecado. Vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. Con razón os he dicho que moriréis por vuestros pecados: Pues, si no creéis que yo soy, moriréis por vuestros pecados. Ellos le decían: ¿Quién eres tú? Jesús les contestó: Lo que os estoy diciendo. Podría decir y condenar muchas cosas en vosotros; pero el que me ha enviado es veraz, y yo comunico al mundo lo que he aprendido de él. Ellos no comprendieron que les hablaba del Padre. Y entonces dijo Jesús: Cuando levantéis al Hijo del hombre, sabréis que “yo soy”, y que no hago nada por mi cuenta, sino que hablo como el Padre me ha enseñado. El que me envió está conmigo, no me ha dejado solo; porque yo hago siempre lo que le agrada. Cuando les exponía esto, muchos creyeron en él.
Números 21, 4-9; Salmo 101, 2-3.16-21 . Juan 8, 21.23b-30