Lectura diaria de la Biblia

22 de febrero 2018 –jueves. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.

FIESTA DE LA CÁTEDRA DE SAN PEDRO

Papa Francisco: La profesión de fe de Pedro y la consiguiente misión confiada por Jesús nos muestra que la vida de Simón –como la vida de cada uno de nosotros- se abre, y florece plenamente, cuando acoge de Dios la gracia de la fe. Entonces, Simón se pone en el camino –un camino largo y duro- que le llevará a salir de sí mismo, de sus seguridades humanas, sobre todo de su orgullo mezclado con valentía y con generoso altruismo. En este su camino de liberación, es decisiva la oración de Jesús: Yo he pedido por ti (Simón), para que tu fe no se apague. Es igualmente decisiva la mirada llena de compasión del Señor después de que Pedro le hubiera negado tres veces: una mirada que toca el corazón y disuelve las lágrimas de arrepentimiento (cf. Lc 22, 61-62). Entonces Simón Pedro fue liberado de la prisión de su ego orgulloso, de su ego miedoso, y superó la tentación de cerrarse a la llamada de Jesús a seguirle por el camino de la cruz. Seguir a Jesús significa tomar la propia cruz, lo cual conduce a la verdadera libertad, que nos libera del egoísmo y del pecado. Se trata de realizar un neto rechazo de esa mentalidad mundana. Jesús nos invita a perder la propia vida por Él, por el Evangelio (13-9-2015).

Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: ¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?. Ellos contestaron: Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas. Él les preguntó: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?. Simón Pedro tomó la palabra y dijo: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo. Jesús le respondió: ¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Ahora yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra, quedará desatado en los cielos.

1Pedro 5, 1-4; Salmo 22, 1-6 . Mateo 16, 13-19

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