Lectura diaria de la Biblia

2 de febrero 2018 – viernes. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.

FIESTA DE LA PRESENTACIÓN DEL SEÑOR

Papa Francisco: El Señor fue presentado en el templo para cumplir la ley, pero sobre todo para encontrase con el pueblo creyente. El encuentro de Dios con su pueblo despierta la alegría y renueva la esperanza. El canto de Simeón es el canto del hombre creyente que, al final de sus días, es capaz de afirmar: Es cierto, la esperanza en Dios nunca decepciona. Esta actitud non hará a los consagrados fecundos, pero sobre todo nos protegerá de una tentación que puede hacer estéril nuestra vida consagrada: la tentación de la supervivencia. La actitud de la supervivencia nos vuelve reaccionario, miedosos, nos va encerrando lenta y silenciosamente en nuestras casas y en nuestros esquemas. Nos proyecta hacia atrás, hacia las gestas gloriosas –pero pasadas- que, lejos de despertar la creatividad profética nacida de los sueños de nuestros fundadores busca atajos para evadir los desafíos que hoy golpea nuestra puerta (2-2-2017).

Cuando se cumplieron los días de su purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: Todo varón primogénito será consagrado al Señor, y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: un par de tórtolas o dos pichones. Había entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo. Y cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo acostumbrado según la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos “han visto a tu Salvador”, a quien has presentado ante todos los pueblos: “luz para alumbrar a las naciones” y gloria de tu pueblo Israel. Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo y dijo a María, su madre: Éste ha sido puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; y será como un signo de contradicción -a ti misma una espada te traspasará el alma-, para que se pongan de manifiesto los pensamientos de muchos corazones. Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser ya muy avanzada en años. De joven había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones noche y día. Presentándose en aquel momento alababa también a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén. Y, cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño, por su parte, iba creciendo y robusteciéndose, lleno de sabiduría; y la gracia de Dios estaba con él.

Malaquías 3, 1-4; Salmo 23, 7-10; Hebreos 2, 14-18 . Lucas 2, 22-35.39-40

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