Lectura diaria de la Biblia
21 de noviembre 2017 – martes. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.
Papa Francisco: Zaqueo era rico; corrupto, trabajaba para los extranjeros, para los romanos, traicionaba a su patria. Buscaba el dinero en la aduana y daba una parte al enemigo de la patria: uno como tantos dirigentes que nosotros conocemos: corruptos que, en lugar de servir al pueblo, lo explotan para servirse a sí mismos. Estaba en estado de putrefacción. Zaqueo sintió algo dentro: a este hombre capaz de curar, a este profeta que dicen que habla tan bien, yo quisiera verlo, por curiosidad. El Espíritu Santo es astuto y sembró la semilla de la curiosidad; hizo un poco el ridículo: un jefe de los dirigentes subió a un árbol para ver una procesión. Y luego sucedió lo que sucedió: la Palabra de Dios entró en este corazón y con la Palabra, la alegría. El corazón cambió, se convirtió, y pronunció su palabra autentica: “Mira, Señor, yo doy la mitad de lo que poseo a los pobres, y si he robado a alguien –mucho-“restituyo cuatro veces más”. Cuando la conversión llega a los bolsillos, es segura. ¿Cristianos de corazón? Todos. ¿Cristianos de alma? Todos. Pero, ¿cristianos de bolsillos? Pocos (S.M. 18-11-2014).
Entró Jesús en Jericó e iba atravesando la ciudad. En esto, un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de ver quién era Jesús, pero no lo lograba a causa del gentío, porque era pequeño de estatura. Corriendo más adelante, se subió a un sicomoro, para verlo, porque tenía que pasar por allí. Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo: Zaqueo, date prisa y baja, porque es necesario que hoy me quede en tu casa. Él se dio prisa en bajar y lo recibió muy contento. Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador. Pero Zaqueo, de pie, dijo al Señor: Mira, Señor, la mitad de mis bienes, se la doy a los pobres; y si he defraudado a alguno, le restituyo cuatro veces más. Jesús le contestó: Hoy ha sido la salvación de esta casa; pues también éste es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.
2Mac 6, 18-31; Sal 3, 2-7 . Lucas 19, 1-10