Lectura diaria de la Biblia
18 de septiembre 2017 – Lunes. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.
Papa Francisco: Dos actitudes del gobernante: debe ante todo amar a su pueblo (tiene afecto a nuestra gente); debe ser también humilde como el centurión: era un hombre humilde y dijo al Señor: No te molestes, porque no soy digno de que entres bajo mi techo. Y con humildad: Di una palabra y mi siervo quedará sano. –“Pero yo no tengo que ver, son ellos quienes gobiernan”. No; Yo soy responsable de su gobierno y debo hacer lo mejor de mi parte para que ellos gobiernen bien, participando en la política como puedo. La política es una de las formas más altas de la caridad, porque es servir al bien común. Lo mejor que podemos ofrecer a los gobernantes es la oración. Reza por él, reza por ella, para que pueda gobernar bien, para que ame a su pueblo, para que sea humilde. Un cristiano que no reza por los gobernantes no es un buen cristiano (S.M. 16-9-2013).
Cuando Jesús terminó de exponer todas sus enseñanzas al pueblo, entró en Cafarnaún. Un centurión tenía enfermo, a punto de morir, a un criado a quién estimaba mucho. Al oír hablar de Jesús, el centurión le envió unos ancianos de los judíos, rogándole que viniese a curar a su criado. Ellos, presentándose a Jesús, le rogaban encarecidamente: Merece que se lo concedas, porque tiene afecto a nuestra gente y nos ha construido la sinagoga. Jesús se puso en camino con ellos. No estaba lejos de la casa, cuando el centurión le envió unos amigos a decirle: Señor, no te molestes: porque no soy yo digno de que entres bajo mi techo; por eso tampoco me creí digno de venir personalmente. Dilo de palabra y mi criado quedará sano. Porque también yo soy un hombre sometido a una autoridad y con soldados a mis órdenes; y le digo a uno: “Ve”, y va; al otro: “Ven”, y viene; y a mi criado: “Haz esto”, y lo hace. Al oír esto, Jesús se admiró de él y, volviéndose a la gente que lo seguía, dijo: Os digo que ni en Israel he encontrado tanta fe. Y al volver a casa, los enviados encontraron al siervo sano.
1Tim 2, 1-8; Sal 27, 2.7-9 . Lucas 7, 1-10