Lectura diaria de la Biblia
3 de septiembre 2017 – domingo. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.
Papa Francisco: Llegamos hoy a un momento crítico en el que emerge el contraste entre el modo de pensar de Jesús y el de los discípulos. Pedro, incluso, siente el deber de reprender al Maestro, porque no puede atribuir al Mesías un final tan infame. Entonces Jesús, a su vez, reprende duramente a Pedro, lo pone a raya, porque no piensa como Dios, sino como los hombres y sin darse cuenta hace las veces de Satanás, el tentador. Es necesario renovarse continuamente recurriendo a la sabia del Evangelio. ¿Cómo se puede hacer esto en la práctica? Ane todo leyendo y meditando el Evangelio cada día, de modo que la palabra de Jesús esté siempre presente en nuestra vida. Recordadlo: os ayudará llevar siempre el Evangelio con vosotros: un pequeño Evangelio, en el bolsillo, en la cartera, y leer un pasaje durante el día. Evangelio, Eucaristía, oración. Gracias a estos dones del Señor podemos configurarnos no al mundo, sino a Cristo, y seguirlo por su camino, la senda del perder la propia vida para encontrarla de nuevo (v. 25). Perderla en el sentido de donarla, entregarla por amor y en el amor -y esto comporta sacrificio, incluso la cruz- para recibirla nuevamente purificada, libre de egoísmo y de la hipoteca de la muerte, llena de eternidad (31-8-2014).
Jeremías 20, 7-9: Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir; me forzaste y me pudiste. Yo era el hazmerreír todo el día, todos se burlaban de mí. Siempre que hablo tengo que gritar “Violencia”, y proclamar “Destrucción”. La Palabra del Señor se volvió para mí oprobio y desprecio todo el día. Me dije: no me acordaré de él, no hablaré más en su nombre; pero la palabra era en mis entrañas fuego ardiente, encerrado en mis huesos; intentaba contenerla, y no podía.
Salmo 62, 2-6.8-9: Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.
Romanos 12, 1-2: Os exhorto, por la misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios; este es vuestro culto razonable. Y no os ajustéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis discernir lo que es la voluntad de Dios, lo bueno, lo que agrada, lo perfecto.
Mateo 16, 21-27: Comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día. Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo: ¡Lejos de ti tal cosa, Señor! Eso no puede pasarte. Jesús se volvió y dijo a Pedro: Aléjate de mí, Satanás. Eres para mí piedra de tropiezo; porque tú piensas como los hombres, no como Dios. Entonces dijo a sus discípulos: El que quiera venir en pos de mí que se niegue así mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque quien quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí, la encontrará. ¿Pues de qué le servirá a un hombre ganar el mundo entero, si pierde su alma? ¿O que podrá dar para recobrarla? Porque el Hijo del hombre vendrá con la gloria de su Padre, entre sus ángeles, y entonces pagará a cada uno según su conducta.