Lectura diaria de la Biblia
2 de Julio, 2017
2 de julio 2017 – domingo. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.
Papa Francisco: Hay algunas expresiones evangélicas que parecen contraponer los vínculos de la familia y el hecho de seguir a Jesús. Por ejemplo, estas palabras fuertes que todos conocemos y hemos escuchado: El que quiera a su padre y a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no carga con su cruz y me sigue, no es digno de mí (Mt 10, 37-38). Naturalmente, con esto Jesús no quiere cancelar el cuarto mandamiento, que es el primer gran mandamiento hacia las personas. Al contrario, cuando Jesús afirma el primado de la fe en Dios, no encuentra una comparación más significativa que los afectos familiares. La invitación a poner los vínculos familiares en el ámbito de la obediencia de la fe y de la alianza con el Señor no los daña; al contrario, los protege, los desvincula del egoísmo, los custodia de la degradación, los pone a salvo para la vida que no muere (2-9-2015).
2Reyes 4, 8-11,14-16a: Un día pasaba Eliseo por Sunem y una mujer rica lo invitó con insistencia a comer. Y siempre que pasaba por allí iba a comer a su casa. Ella dijo a su marido: Me consta que ese hombre de Dios es un santo; con frecuencia pasa por nuestra casa. Vamos a prepararle una habitación pequeña, cerrada, en el piso superior; le ponemos allí una cama, una mesa, una silla y un candil y así cuando venga a visitarnos se quedará aquí. Un día llegó allí, entró en la habitación y se acostó. Dijo a su criado Guiezi: ¿Qué podemos hacer por ella?. Contestó Guezi: No tiene hijos y su marido ya es viejo. Él le dijo: llama a la sunamita. La llamó y ella se presentó a él. Eliseo dijo: El año que viene, por estas mismas fechas abrazarás a un hijo.
Salmo 88, 2-3.16-19: Cantaré eternamente las misericordias del Señor.
Romanos 6, 3-4.8-11: Los que por el bautismo nos incorporamos a Cristo, fuimos incorporados a su muerte, para que, así como Cristo fue despertado de entre los muertos y por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en una vida nueva. Por tanto, si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él, pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más; la muerte no tiene dominio sobre él. Porque su morir fue un morir al pecado de una vez para siempre, pero su vivir es un vivir para Dios. Lo mismo vosotros consideraos muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús.
Mateo 10, 37–42: Jesús dijo a sus apóstoles: El que quiera a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no carga con su cruz y me sigue, no es digno de mí. El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí la encontrará. El que os recibe a vosotros, me recibe a mí, y el que me recibe, recibe al que me ha enviado. El que recibe a un profeta porque es profeta, tendrá recompensa de profeta y el que recibe a un justo porque es justo, tendrá recompensa de justo. El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca, a uno de estos pequeños, solo porque es mi discípulo, en verdad os digo que no perderá su recompensa.