Lectura diaria de la Biblia
4 de abril 2017 – martes. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.
Papa: (Cuando levantéis al Hijo del hombre) Cristianos sí, pero… que no terminan de abrir el corazón a la salvación de Dios y siempre ponen condiciones. Y así el corazón se envenena. No aceptar el don de Dios con su estilo, eso es el pecado, eso es el veneno, nos envenena el alma y nos quita la alegría. Jesús toma sobre si el veneno, el pecado. Y de esta tibieza del alma uno se cura solamente mirando la cruz. Miremos a la serpiente y su veneno, allí en el cuerpo de Cristo, el veneno de todos los pecados del mundo; y pidamos la gracia de aceptar los momentos difíciles. De aceptar el estilo divino de la salvación, de aceptar las cosas… de aceptar las vías por las cuales el Señor me lleva hacia adelante. Esta Semana Santa que inicia el domingo próximo nos ayuda a salir de esta tentación, y de ser cristianos sin “peros”… (S.M.24-3-2015).
Dijo Jesús a los fariseos: Yo me voy y me buscaréis, y moriréis por vuestro pecado. Donde yo voy no podéis venir vosotros. Y los judíos comentaban: ¿Será que va a suicidarse, y por eso dice: “Donde yo voy no podéis venir vosotros”? Y él continuaba: Vosotros sois de aquí abajo, yo soy de allá arriba: vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. Con razón os he dicho que moriréis por vuestros pecados; pues si no creéis que “yo soy”, moriréis en vuestros pecados. Ellos le decían: ¿Quién eres tú? Jesús les contestó: Lo que os estoy diciendo desde el principio. Podría decir y condenar muchas cosas en vosotros; pero el que me envió es veraz y yo comunico al mundo lo que he aprendido de él. Ellos no comprendieron que les hablaba del Padre. Y entonces dijo Jesús: Cuando levantéis al Hijo del hombre, sabréis que “yo soy”, y que no hago nada por mi cuenta, sino que hablo como el Padre me ha enseñado. El que me envió está conmigo, no me ha dejado solo; porque yo hago siempre lo que le agrada. Cuando les exponía esto, muchos creyeron en él.
Núm 21, 4-9; Sal 101, 2-21 . Juan 8, 21-30