Lectura diaria de la Biblia
24 de Julio 2016 – Domingo. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.
Papa Francisco: Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. En estas palabras del Padrenuestro está todo un proyecto de vida basado en la misericordia. La misericordia, la indulgencia, la condonación de la deuda, no es sólo algo devocional, privado, un paliativo espiritual, una especie de óleo que ayuda a ser más suave, más bueno, no. Es la profecía de un mundo nuevo. Todos somos conscientes de que este camino no es el del mundo; no somos soñadores, ilusos, ni queremos crear oasis fuera del mundo. Creemos más bien que este camino es la senda buena para todos, es la senda que verdaderamente nos acerca a la justicia y a la paz. Pero sabemos también que somos pecadores, que nosotros somos los primeros en ser tentados de no seguir este camino y conformarnos a la mentalidad del mundo, a la mentalidad del poder, a la mentalidad de las riquezas. Por ello nos encomendamos a la misericordia de Dios, y nos comprometemos, con su gracia, a realizar frutos de conversión y obras de misericordia.
Génesis 18, 20-32: El Señor dijo: «La acusación contra Sodoma y Gomorra es fuerte y su pecado es grave: voy a bajar, a ver si realmente sus acciones responden a la acusación, y si no, lo sabré. Los hombres se volvieron y se dirigieron a Sodoma, mientras el Señor seguía en compañía de Abrahán. Entonces Abrahán se acercó y dijo a Dios: ¿Es que vas a destruir al inocente con el culpable? Si hay cincuenta inocentes en la ciudad, ¿los destruirás y no perdonarás al lugar por los cincuenta inocentes que hay en él? ¡Lejos de ti hacer tal cosa!, matar al inocente con el culpable, de modo que la suerte del inocente sea como la del culpable; ¡lejos de ti! El juez de todo el mundo, ¿no hará justicia? El Señor contestó: Si encuentro en la ciudad de Sodoma cincuenta inocentes, perdonaré a toda la ciudad en atención a ellos. Abrahán respondió: Me he atrevido a hablar a mi Señor, yo que soy polvo y ceniza. Si faltan cinco para el número de cincuenta inocentes, ¿destruirás, por cinco, toda la ciudad?. Respondió el Señor: No la destruiré, si es que encuentro allí cuarenta y cinco. Abrahán insistió: Quizá no se encuentren más que cuarenta. En atención a los cuarenta, no lo haré. Abrahán siguió Hablando: Que no se enfade mi Señor si sigo hablando. ¿Y si se encuentran treinta?. No lo haré, si encuentro allí treinta. Insistió Abrahán: Me he atrevido a hablar a mi Señor, ¿y si se encuentran veinte?. Respondió el Señor: En atención a los veinte no la destruiré. Abrahán continuó: Que no se enfade mi Señor si hablo una vez más. ¿Y si se encuentran diez?. Contestó el Señor: En atención a los diez no la destruiré.
Salmo 137, 1-3.6-8: Cuando te invoqué, Señor, me escuchaste.
Colosenses 2, 12-14: Por el bautismo fuisteis sepultados con Cristo y habéis resucitado con él, porque habéis creído en la fuerza de Dios que lo resucitó. Estabais muertos por vuestros pecados, porque no estabais circuncidados; pero Dios os dio vida en Cristo, perdonándoos todos los pecados. Borró el protocolo que nos condenaba con sus cláusulas y era contrario a nosotros; lo quitó de en medio, clavándolo en la cruz.
Lucas 11, 1-13: Una vez que estaba Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos. Él les dijo: Cuando oréis decid: Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día nuestro pan del mañana, perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe algo, y no nos dejes caer en la tentación. Y les dijo: Si alguno de vosotros tiene un amigo y viene durante la medianoche para decirle: “Amigo, préstame tres panes, pues uno de mis amigos ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle”. Y, desde dentro, el otro le responde: “No me molestes; la puerta está cerrada; mis niños y yo estamos acostados: no puedo levantarme para dártelos”. Si el otro insiste llamando, yo os digo que, si no se levanta y se los da por ser amigo suyo, al menos por la importunidad se levantará y le dará cuanto necesite. Pues así os digo a vosotros: Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide recibe, quien busca halla, y al que llama se le abre. ¿Qué padre entre vosotros, cuando el hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pez, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? Si vosotros, pues, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo piden?.