Lectura diaria de la Biblia
6 de Junio 2016 – Lunes. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.
Papa Francisco: ¿Por qué hay personas que tienen el corazón cerrado a la salvación? Tenemos necesidad de la salvación, pero al mismo tiempo tenemos miedo, porque cuando el Señor viene para salvarnos debemos darlo todo, y en ese momento manda Él; y de esto tenemos miedo. Los hombres quieren mandar, quieren ser los dueños de ellos mismos. Y así la salvación no llega, la consolación del Espíritu no llega. Sólo la salvación que llega con la consolación del Espíritu nos hace libres: es la libertad que nace del Espíritu Santo que nos salva, nos consuela, nos da vida. Pero para comprender plenamente las Bienaventuranzas y lo que significa ser pobres, ser mansos, ser misericordiosos –cosas que no parecen que nos conduzcan al éxito- es necesario custodiar el corazón abierto y haber gustado bien la consolación del Espíritu Santo que es la salvación. La consolación es la presencia de Dios en nuestro corazón. Pero para que el Señor esté en nuestro corazón es necesario abrir la puerta.
Al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó, y se acercaron sus discípulos; y él se puso a hablar, enseñándoles: Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados los sufridos, porque ellos heredarán la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán la misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo, que de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.
2Corintios 1, 1-7; Salmo 32, 2-9 . Mateo 5, 1-12