Lectura diaria de la Biblia
27 de Mayo 2016 – Viernes. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.
Papa Francisco: (Al llegar no encontró más que hojas). Hemos sido llamados por Dios y llamados para permanecer con Jesús unidos a Él. En realidad, este vivir, este permanecer en Cristo, marca todo lo que somos y hacemos. Es precisamente la vida en Cristo lo que garantiza nuestra eficacia apostólica y la fecundidad de nuestro servicio: “Soy yo quién os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca” (jn 5, 16).
Después que la muchedumbre lo hubo aclamado, entró Jesús en Jerusalén, derecho hasta el templo, lo estuvo observando todo y, como era ya tarde, se marchó a Betania con los doce. Al día siguiente, cuando salió de Betania, sintió hambre. Vio de lejos una higuera con hojas y se acercó para ver si encontraba algo; al llegar no encontró más que hojas, porque no era tiempo de higos. Entonces le dijo: Nunca jamás coma nadie de ti. Los discípulos lo oyeron. Llegaron a Jerusalén, entró en el templo y se puso a echar a los que traficaban allí, volcando las mesas de los cambistas y los puestos de los que vendían palomas y no consentía a nadie transportar objetos por el templo. Y los instruía diciendo: ¿No está escrito: “Mi casa se llamará casa de oración para todos los pueblos”? Vosotros, en cambio, la habéis convertido en cueva de bandidos. Se enteraron los sumos sacerdotes y los escribas y, como le tenían miedo, porque todo el mundo estaba asombrado de su doctrina, buscaban una manera de acabar con él. Cuando atardeció, salieron de la ciudad. A la mañana siguiente, al pasar, vieron la higuera seca de raíz. Pedro cayó en la cuenta y dijo a Jesús: Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado. Jesús contestó: Tened fe en Dios. Os aseguro que si uno dice a este monte: “Quítate de ahí y tírate al mar” no con dudas, sino con fe en que sucederá lo que dice, lo obtendrá. Por eso os digo: cualquier cosa que pidáis en la oración, creed que os la han concedido, y la obtendréis. Y cuando os pongáis a orar, perdonad lo que tengáis contra otros, para que también vuestro Padre del cielo os perdone vuestras culpas.
1Pedro 4, 7-13; Salmo 95, 10-13 . Marcos 11, 11-26