Lectura diaria de la Biblia
16 de Mayo 2016 – Lunes. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.
Papa Francisco: Jesús bajaba del monte donde se había transfigurado y se encontró con esta gente inquieta, el desorden: discutían, gritaban. Jesús preguntó qué sucedía, el alboroto disminuyó y comenzó un diálogo con el papa del muchacho poseído. El muchacho parecía como muerto. Jesús lo tomó de la mano, le hizo levantar y lo puso en pie. El muchacho estaba curado y podía volver a casa. Todo ese desorden, esa discusión, acabó en un gesto: Jesús se abaja y toma al niño. Estos gestos de Jesús nos hacen pensar. Jesús siempre nos hace volver a casa, jamás nos deja solos por el camino. Estos gestos de Jesús nos enseñan que cada curación, cada perdón, siempre nos hace volver a nuestro pueblo que es la Iglesia.
Cuando Jesús y los tres discípulos bajaron de la montaña, al llegar a donde estaban los demás discípulos, vieron mucha gente alrededor, y a unos escribas discutiendo con ellos. Al ver a Jesús la gente se sorprendió, y corrió a saludarlo. Él les preguntó: ¿De qué discutís? Uno le contestó: Maestro te he traído a mi hijo; tiene un espíritu que no le deja hablar y cuando lo agarra, lo tira al suelo, echa espumarajos, rechina los dientes y se queda tieso. He pedido a tus discípulos que lo echen, y no han sido capaces. Él les contestó: ¡Gente sin fe! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo os tendré que soportar? Traédmelo. Se lo llevaron. El espíritu en cuanto vio a Jesús retorció al niño; cayó por tierra y se revolcaba, echando espumarajos. Jesús preguntó al padre: ¿Cuánto tiempo hace que le pasa esto? Contestó él: Desde pequeño. Y muchas veces hasta lo ha echado al fuego y al agua, para acabar con él. Si algo puedes, ten lástima de nosotros y ayúdanos. Jesús replicó: ¿Si puedo? Todo es posible al que tiene fe. Entonces el padre del muchacho gritó: Tengo fe, pero dudo; ayúdame. Jesús, al ver que acudía gente, increpó al espíritu inmundo, diciendo: Espíritu mudo y sordo, yo te lo mando: Vete y no vuelvas a entrar en él. Gritando y sacudiéndolo violentamente, salió. El niño se quedó como un cadáver, de modo que la multitud decía que estaba muerto. Pero Jesús lo levantó, tomándolo de la mano, y el niño se puso en pie. Al entrar en casa, sus discípulos le preguntaron a solas ¿Por qué no pudimos echarlo nosotros? Él les respondió: Esta especie sólo puede salir con oración.
Santiago 3, 13-18; Salmo 18, 8-10.15 . Marcos 9, 14-29