Lectura diaria de la Biblia
25 de Febrero 2016 – Jueves. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.
Papa Francisco: Se murió el mendigo, y los ángeles lo llevaron al seno de Abrahán… Jesús tenía cierta preferencia por los marginados: los leprosos, las viudas, los niños huérfanos, los ciegos…, las personas marginadas. Y también los grandes pecadores…, y este es mi consuelo. Sí, porque Él ni siquiera se asusta del pecado. Cuando encontró una persona como Zaqueo, que era un ladrón, o como Mateo, que era un traidor de la patria por dinero, no se asustó. Los miró y los eligió. También esta es una pobreza: la pobreza del pecado. Para mí, el corazón del Evangelio es de los pobres. Hace dos meses (en enero de 2014) oí que una persona dijo: este Papa es comunista. ¡No! Esta es una bandera del Evangelio, no del comunismo ¡del Evangelio! Pero la pobreza sin ideología, la pobreza.
Dijo Jesús a los fariseos: Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba espléndidamente cada día. Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que tiraban de la mesa del rico. Y hasta los perros se le acercaban a lamerle las llagas. Sucedió que se murió el mendigo, y los ángeles lo llevaron al seno de Abrahán. Se murió también el rico, y lo enterraron. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantando los ojos, vio de lejos a Abrahán, y a Lázaro en su seno, y gritó: “Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas”. Pero Abrahán le contestó: “Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces”. El rico insistió: “Te ruego, entonces, padre, que mandes a Lázaro a casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que, con su testimonio, evite que vengan también ellos a este lugar de tormento”. Abrahán le dice: “Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen”. El rico contestó: “No, padre Abrahán. Pero si un muerto va a verlos, se arrepentirán”. Abrahán le dijo: “Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto”.
Jeremías 17, 5-10; Salmo 1, 1-6 . Lucas 16, 19-25.27-31