Lectura diaria de la Biblia
23 de Febrero 2016 – Martes. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.
Papa Francisco: La tentación de la codicia siempre está presente. También la encontraremos en la gran profecía de Ezequiel sobre los pastores (cf. Cap. 34), comentada por san Agustín en su célebre discurso que acabamos de leer en la liturgia de las Horas. La codicia del dinero y del poder. Y para satisfacer esta codicia, los malos pastores cargan sobre los hombros de las personas fardos insoportables, que ellos mismos ni siquiera tocan con un dedo (cf. Mt 23, 4). Somos todos pecadores y también nosotros podemos tener la tentación de apoderarnos de la viña, a causa de la codicia que nunca falta en nosotros, seres humanos. El sueño de Dios siempre se enfrenta con la hipocresía de algunos servidores suyos. Podemos frustrar el sueño de Dios si no nos dejamos guiar por el Espíritu Santo. El Espíritu nos da esa sabiduría que va más allá de la ciencia, para trabajar generosamente con verdadera libertad y humilde creatividad.
Jesús habló a la gente y a sus discípulos, diciendo: En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: Haced y cumplid lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen. Ellos lían fardos pesados e insoportables y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar. Todo lo que hacen es para que lo vea la gente: alargan las filacterias y ensanchan las franjas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias por la calle y que la gente los llame maestros. Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar maestros, porque uno solo es vuestro maestro, y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo. No os dejéis llamar consejeros, porque sólo uno es vuestro consejero, Cristo. El primero entre vosotros será vuestro servidor. El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.
Isaías 1, 10.16-20; Salmo 49, 8-23 . Mateo 23, 1-12