Lectura diaria de la Biblia
7 de Febrero 2016 – Domingo. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.
Papa Francisco: Apártate de mí, Señor, que soy un pecador… Dios siempre se adelanta respecto a nosotros. Y esto se llama amor, porque Dios nos espera siempre. Pero, padre, yo no creo esto, porque si usted lo supiese, padre, mi vida ha sido muy mala, ¿cómo puedo pensar que Dios me espera?. Dios te espera. Y si has sido un gran pecador, te espera aún más y te espera con mucho amor, porque Él es el primero. Esta es la belleza de la Iglesia, que nos lleva a este Dios que nos espera.
Isaías 6, 1-2a.3-8: El año de la muerte del rey Ocías, vi al Señor sentado sobre un trono alto y excelso: la orla de su manto llenaba el templo. Y vi serafines en pie junto a él. Y se gritaban unos a otros diciendo: ¡Santo, santo, santo, el Señor de los ejércitos, la tierra está llena de su gloria! Y temblaban las jambas de las puertas al clamor de su voz, y el templo estaba lleno de humo. Yo dije: ¡Ay de mí, estoy perdido! Yo, hombre de labios impuros, que habito en medio de un pueblo de labios impuros, he visto con mis ojos al rey y Señor de los ejércitos. Y voló hacia mí uno de los serafines con un ascua en la mano, que había tomado del altar con unas tenazas; la aplicó a mi boca y me dijo: Mira; esto ha tocado tus labios, ha desaparecido tu culpa, está perdonado tu pecado. Entonces escuché la voz del Señor que decía: ¿A quién mandaré? ¿Quién irá por mí? Contesté: Aquí estoy mándame.
Salmo 137, 1-8: Delante de los ángeles tañeré para ti, Señor.
1Corintios 15, 1-11: Os recuerdo, hermanos, el evangelio que os proclamé y que vosotros aceptasteis, y en el que estáis fundados, y que os está salvando, y si es que conserváis el evangelio que os proclamé; de lo contrario, se ha malogrado nuestra adhesión a la fe. Porque lo primero que yo os trasmití, tal como lo había recibido, fue esto: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; que se le apareció a Cefas y más tarde a los Doce; después se apareció a más de quinientos hermanos juntos, la mayoría de los cuales viven todavía, otros han muerto; después se le apareció a Santiago, después a todos los Apóstoles; por último, como a un aborto, se me apareció también a mí.
Lucas 5, 1-11: La gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la palabra de Dios, estando él a orillas del lago de Jenesaret; y vio dos barcas que estaban junto a la orilla: los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes. Subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que le apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente. Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: Rema mar adentro y echad las redes para pescar. Simón contestó: Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos pescado nada; pero, por tu palabra, echaré las redes. Y, puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande, que reventaba la red. Hicieron señas a los socios de la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Se acercaron ellos y llenaron las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús, diciendo: Apártate de mí, Señor, que soy un pecador. Y es que el asombro se había apoderado de él y de los que estaban con él, al ver la redada de peces que habían pescado; y lo mismo les pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Jesús dijo a Simón: No temas: desde ahora, serás pescador de hombres. Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.