Lectura diaria de la Biblia

10 de Enero 2016 – Domingo. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.

FIESTA DEL BAUTISMO DEL SEÑOR

Papa Francisco: Hoy celebramos la fiesta del Bautismo del Señor, que concluye el tiempo de Navidad. La voz del Padre proclama el misterio que se oculta en el Hombre bautizado por el precursor. Y luego la venida del Espíritu Santo, en forma de paloma. Poner bajo la acción del Espíritu Santo nuestra vida de cristianos y la misión, que todos recibimos en virtud del Bautismo, significa volver a encontrar la valentía apostólica necesaria para superar fáciles comodidades mundanas. Con el Bautismo se abre la puerta a una efectiva novedad de vida que no está abrumada por el peso de un pasado negativo, sino que goza ya de la belleza y la bondad del reino de los cielos. Se trata de una intervención poderosa de la misericordia de Dios en nuestra vida para salvarnos.

Isaías 40, 1-5.9-11: Consolad, consolad a mi pueblo, dice vuestro Dios; hablad al corazón de Jerusalén, gritadle: que se ha cumplido su servicio, y está pagado su crimen, pues de la mano del Señor ha recibido doble paga por sus pecados. Una voz grita: En el desierto preparadle un camino al Señor; allanad en la estepa una calzada para nuestro Dios; que los valles se levanten, que los montes y colinas se abajen, que lo torcido se enderece y lo escabroso se iguale. Se revelará la gloria del Señor, y la verán todos los hombres juntos –ha hablado la boca del Señor-. Súbete a un monte elevado, heraldo de Sión, alza la voz, heraldo de Jerusalén; álzala, no temas, di a las ciudades de Judá: aquí está vuestro Dios. Mirad: el Señor Dios llega con poder, y su brazo manda. Mirad, viene con él su salario, y su recompensa lo precede. Como un pastor que apacienta el rebaño, su brazo lo reúne, Toma en brazos los corderos y hace recostar a las madres.

Salmo 103, 1-4.24-30: Bendice, alma mía, al Señor: ¡Dios mío que grande eres!.

Tito 2, 11-14; 3, 4-7: Ha aparecido la gracia de Dios, que trae la salvación para todos los hombres; enseñándonos a renunciar a la impiedad y los deseos mundanos, y a llevar ya desde ahora una vida sobria, honrada y religiosa, aguardando la dicha que esperamos: la aparición gloriosa del gran Dios y Señor nuestro: Jesucristo. Él se entregó por nosotros para rescatarnos de toda maldad, y para prepararse un pueblo purificado, dedicado a las buenas obras. Cuando a ha aparecido la bondad de Dios, nuestro Salvador, y su amor al hombre, no por las obras de justicia que hayamos hecho nosotros, sino que según su propia misericordia nos ha salvado, con el baño del segundo nacimiento y con la renovación por Espíritu Santo; Dios lo derramó copiosamente sobre nosotros por medio de Jesucristo, nuestro Salvador. Así, justificado por su gracia, somos, en esperanza, herederos de la vida eterna.

Lucas 3, 15-16.21-22: El pueblo estaba en expectación y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías; él tomó la palabra y dijo a todos: Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego. En un bautismo general, Jesús también se bautizó. Y, mientras oraba, se abrió el cielo, bajó el Espíritu Santo sobre él en forma de paloma y vino una voz del cielo: Tú eres mi hijo el amado, el predilecto.

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