Lectura diaria de la Biblia
23 de Agosto 2015 – Domingo. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.
Mundo: El Espíritu es quien da vida; la carne no sirve de nada: todos están invitados a experimentar que la vida viene solo de Dios.
Fe: Jesús les dijo a los doce: ¿También vosotros queréis marcharos? Simón Pedro le contestó: ¿A quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna.
Josué 24, 1-2a.15-17.18b: Josué reunió todas las tribus de Israel en Siquén y llamó a los ancianos, a los jefes, a los jueces, a los magistrados para que se presentasen ante Dios. Josué dijo a todo el pueblo: Si no os parece bien servir al Señor escoged a quien servir: a los dioses a quienes sirvieron vuestros antepasados al este del Éufrates o a los dioses de los amorreos, en cuyo país habitáis. Yo y mi casa serviremos al Señor. El pueblo respondió: ¡Lejos de nosotros abandonar al Señor para servir a dioses extranjeros! El Señor es nuestro Dios; Él nos sacó a nosotros y a nuestros padres de Egipto, de la esclavitud; Él hizo a nuestra vista grandes signos, nos protegió en el camino que recorrimos y entre los pueblos por donde cruzamos. También nosotros serviremos al Señor: ¡es nuestro Dios!
Salmo 33, 2-3.16-23: Gustad y ved que bueno es el Señor.
Efesios 5, 21-32: Sed sumisos unos a otros con respeto cristiano. Las mujeres, que se sometan a sus maridos como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia; él que es el salvador del cuerpo. Pues como la iglesia se somete a Cristo, así también las mujeres a sus maridos en todo. Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a su iglesia. Él se entregó a sí mismo por ella, para consagrarla, purificándola con el baño del agua y la palabra, y para colocarla ante sí gloriosa, la iglesia sin mancha ni arruga ni nada semejante, sino santa e inmaculada. Así deben también los maridos amar a sus mujeres, como cuerpos suyos que son. Amar a su mujer es amarse así mismo. Pues nadie jamás ha odiado su propia carne, sino que le da alimento y calor, como Cristo hace con la iglesia, porque somos miembros de su cuerpo. Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne. Es éste un gran misterio: y yo lo refiero a Cristo y a la iglesia.
Juan 6, 60-69: Muchos discípulos de Jesús, al oírlo, dijeron: Este modo de hablar es inaceptable, ¿quién puede hacerle caso?. Adivinando Jesús que sus discípulos lo criticaban, les dijo: ¿Esto os hace vacilar?, ¿y si vierais al Hijo del hombre subir a donde estaba antes? El Espíritu es quien da vida; la carne no sirve de nada. Las palabras que os he dicho son Espíritu y son vida. Y con todo, alguno de vosotros no creen. Pues Jesús sabía desde el principio quienes no creían y quién lo iba a entregar. Y dijo: Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí si el Padre no se lo concede. Desde entonces muchos discípulos se echaron atrás y no volvieron a ir con él. Entonces Jesús les dijo a los doce: ¿También vosotros queréis marcharos?. Simón Pedro le contestó: Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú eres el santo consagrado por Dios.