Lectura diaria de la Biblia
20 de Abril 2014 – Domingo
DOMINGO DE PASCUA DE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR
Mundo: Ha resucitado el Señor: debería alegrarse cielos y tierra, sobre todo los pecadores, liberados de la muerte.
Fe: ¡ALELUYA, ALELUYA, ALELUYA: JESÚS, EL SEÑOR, HA RESUCITADO como había dicho, triunfador del pecado y de la muerte!
VIGILIA PASCUAL EN LA NOCHE SANTA
Génesis 1,1 – 2,2: Vio Dios todo lo que había hecho: y era muy bueno.
Génesis 22,1-18: El sacrificio de Abrahán, nuestro padre en la fe.
Éxodo 14,15 -15,1: Los israelitas pasaron el mar a pie enjuto.
Isaías 54,5-14: Con misericordia eterna te quiere el Señor, tu redentor.
Isaías 55,1-11: Venid a mí: sellaré con vosotros una alianza perpetua.
Baruc 3,9 – 15.32 – 4,4: Camina a la claridad del resplandor del Señor
Ezequiel 36,16-28: Derramaré un agua pura, os daré un corazón nuevo.
Romanos 6,3-11: Los que por el bautismo nos incorporamos a Cristo, fuimos incorporados a su muerte. Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para que, así como Cristo fue despertado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en una vida nueva. Porque, si nuestra existencia está unida a él en una muerte como la suya, lo estará también en una resurrección como la suya. Comprendamos que nuestra vieja condición ha sido crucificada con Cristo, quedando destruida nuestra personalidad de pecadores y nosotros libres de la esclavitud del pecado; porque el que muere ha quedado absuelto del pecado. Por tanto, si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él; pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más; la muerte ya no tiene dominio sobre él. Porque su morir fue un morir al pecado de una vez para siempre; y su vivir es un vivir para Dios. Lo mismo vosotros, consideraos muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús.
Salmo 117: Aleluya, Aleluya, Aleluya.
Mateo 28, 1-10: En la madrugada del sábado, al alborear el primer día de la semana, fueron María la Magdalena y la otra María a ver el sepulcro. Y de pronto tembló fuertemente la tierra, pues un ángel del Señor, bajando del cielo y acercándose, corrió la piedra y se sentó encima. Su aspecto era de relámpago y su vestido blanco como la nieve; los centinelas temblaron de miedo y quedaron como muertos. El ángel habló a las mujeres: vosotras no temáis, ya sé que buscáis a Jesús el crucificado. No está aquí: HA RESUCITADO, como había dicho. Venid a ver el sitio donde yacía e id a prisa a decir a sus discípulos: Ha resucitado de entre los muertos y va por delante de vosotros a Galilea. Allí lo veréis. Mirad, os lo he anunciado. Ellas se marcharon a toda prisa del sepulcro; impresionadas y llenas de alegría corrieron a anunciarlo a los discípulos. De pronto, Jesús les salió al encuentro y les dijo: Alegraos. Ellas se acercaron, se postraron ante él y le abrazaron los pies. Jesús les dijo: No tengáis miedo: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán.
MISA DEL DÍA DE PASCUA
Hechos de los Apóstoles 10, 34a. 37-43: Pedro tomó la palabra y dijo: Vosotros conocéis lo que sucedió en el país de los judíos, cuando Juan predicaba el bautismo, aunque la cosa empezó en Galilea. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo; porque Dios estaba con él. Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en Judea y en Jerusalén. Lo mataron colgándolo de un madero, pero Dios lo resucitó al tercer día y nos lo hizo ver, no a todo el pueblo, sino a los testigos que él había designado: a nosotros, que hemos comido y bebido con él después de la resurrección. Nos encargó predicar al pueblo, dando solemne testimonio de que Dios lo ha nombrado juez de vivos y muertos. El testimonio de los profetas es unánime: que los que creen en él reciben por su nombre el perdón de los pecados.
Salmo 117, 1-2.16-17.22-23: Este es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo.
Colosenses 3, 1-4: Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra. Porque habéis muerto; y vuestra vida está con Cristo escondida en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida nuestra, entonces también vosotros apareceréis, juntamente con él, en gloria.
Juan 20, 1-9: El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aun estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo: Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos donde lo han puesto. Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llegó también Simón Pedro y entró en el sepulcro; vio y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido la escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.