Lectura diaria de la Biblia

13 de septiembre 2008 – Sábado

       

                                   Lo que rebosa del corazón, lo habla la boca

                                                                                                                                         
Decía Jesús a sus discípulos: No hay árbol sano que dé fruto dañado, ni árbol dañado que dé fruto sano. Cada árbol se conoce por su fruto; porque no se cosechan higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos. El que es bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque lo que rebosa del corazón lo habla la boca. ¿Por qué me llamáis “Señor, Señor” y no hacéis lo que digo? El que se acerca a mí, escucha mis palabras y las pone por obra, os voy a decir a quien se parece: se parece a uno que edificaba una casa: cavó, ahondó y puso los cimientos sobre roca; vino una crecida, arremetió el río contra aquella casa y no pudo tambalearla, porque estaba solidamente construida. El que escucha y no pone por obra se parece a uno que edificó una casa sobre tierra, sin cimientos; arremetió contra ella el río, y en seguida se derrumbó y quedó hecha una gran ruina.

 

1Co 10, 14-22; Sal 115, 12-13. 17-18 . Lucas 6, 43-49

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