Lectura diaria de la Biblia
24 de Julio 2011 – Domingo
Mundo: El mundo se afana por falsos tesoros: sin Dios no hay tesoro que valga.
Fe: El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido, a una perla, a una red para pescar.
1R 3, 5.7-12: El Señor se apareció en sueños a Salomón y le dijo: Pídeme lo que quieras. Respondió Salomón: Señor Dios mío, tú has hecho que tu siervo suceda a David, mi padre, en el trono, aunque yo soy un muchacho y no se desenvolverme. Tu siervo se encuentra en medio de tu pueblo, un pueblo inmenso, incontable, innumerable. Da a tu siervo un corazón dócil para gobernar a tu pueblo, para discernir el mal del bien, pues ¿Quién sería capaz de gobernar a este pueblo tan numeroso?. Al Señor le agradó que Salomón hubiese pedido aquello y Dios le dijo: Por haber pedido esto y no haber pedido para ti vida larga ni riquezas ni la vida de tus enemigos, sino que pediste discernimiento para escuchar y gobernar, te cumplo tu petición: te doy un corazón sabio e inteligente, como no lo ha habido antes ni lo habrá después de ti.
Sal 118, 57.72.76-77.127-130: ¡Cuánto amo tu voluntad, Señor!
Rm 8, 28-30: Sabemos que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien: A los que ha llamado conforme a su designio. A los que había escogido, Dios los predestinó a ser imagen de su Hijo para que él fuera el primogénito de muchos hermanos. A los que predestinó, los llamó; a los que llamó, los justificó; a los que justificó, los glorificó.
Mateo 13, 44-52: Dijo Jesús a la gente: El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra, lo vuelve a esconder, y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo. El reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas, que al encontrar una de gran valor se va a vender todo lo que tiene y la compra. El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran. Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. ¿Entendéis bien todo esto?. Ellos le contestaron: Sí. Él les dijo: Ya veis, un escriba que entiende del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo.