La salvación está al alcance de todos
La salvación está al alcance de todos.
El mismo Hijo de Dios, ha aceptado tener un cuerpo humano. Un cuerpo como el nuestro, de carne y hueso.
El mismo Hijo de Dios, en prueba de su amor, entrega hasta la última gota de su sangre para liberarnos del pecado.
Dios nos ama pecadores como somos. Reconoce más que nosotros mismos, nuestra limitada condición humana y nos ama así como somos.
Cuando nosotros a veces renegamos de nuestra flaqueza, de nuestra falta de voluntad, de nuestra inclinación al abuso y al acto pecaminoso, Dios en su infinita misericordia nos perdona y nos regala su amor y sabiduría. Reconozcámosle como Padre y sigamos sus directrices.
Dios no deja de sorprendernos cuando estamos atentos. En muchos hechos se ve la mano del Señor.
Cristo, Hijo de Dios, y Dios mismo, les dijo a sus discípulos “No preocuparos nunca, ni os sintáis solos, yo estaré con vosotros hasta el fin del mundo” Dice en otra ocasión: “Venid a mí todos los que estéis cansados y agobiados. Yo os aliviaré, cargad con mi yugo y aprended de mí que soy manso y humilde de corazón. Así encontraréis descanso. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera”
El Señor Jesús quiere que aprendamos a vivir aquí en la tierra como en el cielo. “Id y anunciar que el reino de Dios está cerca”, nos dice. ¿Qué es el reino de Dios? ¿No será vivir en el amor? Pues si eso es así tenemos en quienes mirarnos: miremos a los primeros cristianos, amándose como hermanos y repartiéndose el alimento entre todos y defendiendo su fe con valentía; confiando siempre en la voluntad y la protección del Señor. Todos los pelos de la cabeza están contados y no se cae uno sin que el Señor lo sepa. Es extraordinario saberse en manos del Señor. No dejará que nuestro cuerpo perezca si recurrimos a él. No ruego a mi Padre por vosotros, nos dice, él ya os quiere desde que os eligió para entregaros a mí. ¡Cuánto quiere Dios al hombre! Esto se ve en las tiernas palabras de amor que dice Jesús a sus discípulos: Ahora me voy al Padre, pero pronto volveré a veros; adonde yo estoy quiero que estéis vosotros también conmigo.