Lectura diaria de la Biblia
domingo, 10 de noviembre de 202410 de noviembre 2024 – domingo. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.
Papa Francisco: La escena descrita por el Evangelio de la Liturgia de hoy tiene lugar dentro del Templo de Jerusalén. Jesús mira, mira lo que sucede en este lugar, el más sagrado de todos, y ve como a los escribas les gusta pasear para hacerse notar, ser saludados y reverenciados, y para tener lugares de honor. (…) Al mismo tiempo, sus ojos vislumbran otra escena: una pobre viuda, precisamente una de las explotada por los poderosos, echa en el arca del tesoro del Templo “todo cuanto poseía” (…) El Evangelio nos pone delante de este sorprendente contraste: los ricos, que dan lo superfluo para hacerse ver, y una pobre mujer que, sin aparentar, ofrece todo lo poco que tiene. Dos símbolos de actitudes humanas. Jesús mira las dos escenas. Y es precisamente este verbo –“mirar”- que resume su enseñanza: a quien vive la fe con duplicidad, como esos escribas, “debemos mirar” para no ser como ellos; mientras que a la viuda debemos “mirarla” para tomarla como modelo. Detengámonos en esto: tener cuidado con los hipócritas y mirar a la pobre viuda. (07-11-2021)
1Reyes 17, 10-16: Se alzó el profeta Elías y fue a Sarepta. Traspasaba la puerta de la ciudad, en el momento en que una mujer viuda recogía por allí leña. Elías la llamó y le dijo: Por favor, tráeme un poco de agua en el jarro para que beba. Cuando ella fue a traérsela, él volvió a gritarle: Tráeme, por favor, en tu mano un trozo de pan. Ella respondió: Vive el Señor, tu Dios, que no me queda pan cocido; sólo un puñado de harina en la orza y un poco de aceite en la alcuza. Estoy recogiendo un par de palos, entraré y prepararé el pan para mí y mi hijo; lo comeremos y luego moriremos. Pero Elías le dijo: No temas. Entra y haz como has dicho, pero antes prepárame con la harina una pequeña torta y tráemela; para ti y tu hijo la harás después. Porque así dice el Señor, Dios de Israel: “La orza de harina no se vaciará, la alcuza de aceite no se agotará, hasta el día en que el Señor conceda lluvia sobre la tierra”. Ella se fue y obró según la palabra de Elías y comieron él, ella y su familia. Por mucho tiempo la orza de harina no se vació, ni la alcuza de aceite se agotó, según la palabra que había pronunciado el Señor por boca de Elías.
Salmo 145, 7-10: Alaba, alma mía, al Señor.
Hebreos 9, 24-28: Cristo entró no en un santuario construido por hombres, imagen del auténtico, sino en el mismo cielo, para ponerse ante Dios, intercediendo por nosotros. Tampoco se ofrece a sí mismo muchas veces como el sumo sacerdote, que entraba en el santuario todos los años y ofrecía sangre ajena. Si hubiese sido así, tendría que haber padecido muchas veces, desde la fundación del mundo. De hecho, él se ha manifestado una sola vez, al final de los tiempos, para destruir el pecado con el sacrificio de sí mismo. Por cuanto el destino de los hombres es morir una sola vez; y después de la muerte, el juicio. De la misma manera, Cristo se ofreció una sola vez para quitar los pecados de todos. La segunda vez aparecerá, sin ninguna relación al pecado, para salvar definitivamente a los que lo esperan.
Marcos 12, 38-44: Jesús, instruyendo al gentío, les decía: ¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en la plazas, buscan los asientos de honor en la sinagoga y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas, y aparentan hacer largas oraciones. Esos recibirán una condenación más rigurosa. Estando Jesús sentado enfrente del tesoro del templo, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban mucho; se acercó una viuda pobre y echó dos monedillas, es decir, un cuadrante. Llamando a sus discípulos les dijo: En verdad os digo que esta viuda pobre ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero ésta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir.