29 de agosto 2021 – domingo. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.
Papa Francisco: Jesús afronta un tema importante: la autenticidad de nuestra obediencia a la Palabra de Dios, contra toda contaminación mundana o formalismo legalista. Los escribas y los fariseos acusan a los discípulos de Jesús de no seguir los preceptos rituales según las tradiciones. Así pretendían golpear la autoridad de Jesús como maestro porque decían: Este maestro deja que los discípulos no cumplan las prescripciones de la tradición. Pero Jesús replica fuerte: Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, según está escrito: “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. En vano me rinden culto, ya que enseñan doctrinas que son preceptos de hombres”. Alteran la voluntad de Dios, descuidando sus mandamientos para cumplir las tradiciones humanas. La reacción de Jesús es severa porque es mucho lo que hay en juego: se trata de la verdad de la relación entre el hombre y Dios, de la autenticidad de la vida de la fe. El hipócrita es un mentiroso, no es auténtico. El Señor nos llama a reconocer, siempre de nuevo, eso que es el verdadero centro de la experiencia de fe, es decir el amor de Dios y el amor del prójimo, purificándolos de la hipocresía del legalismo y del ritualismo. El mensaje del evangelio hoy está reforzado también por la voz del apóstol Santiago, que nos dice en síntesis como debe ser la verdadera religión, que es visitar a los huérfanos y a las viudas en su tribulación y conservarse incontaminado del mundo; significa practicar la caridad hacia el prójimo a partir de las personas más necesitadas, más frágiles, más marginadas. Son las personas de las cuales Dios cuida de forma especial, y nos pide a nosotros hacer lo mismo (2-9-2018).
Deuteronomio 4, 1-2.6-8: Moisés habló al pueblo diciendo: Ahora, Israel, escucha los mandatos y decretos que yo os enseño para que, cumpliéndolos, viváis y entréis a tomar posesión de la tierra que el Señor, Dios de vuestros padres, os va a dar. No añadáis nada a lo que yo os mando ni suprimáis nada; observaréis los preceptos del Señor, vuestro Dios, que yo os mando hoy. Observarlos y cumplirlos, pues esa es vuestra sabiduría y vuestra inteligencia a los ojos de los pueblos, los cuales, cuando tengan noticia de todos estos mandatos, dirán: “Ciertamente es un pueblo sabio e inteligente esta gran nación”. Porque ¿dónde hay una nación tan grande que tenga unos dioses tan cercanos como el Señor, nuestro Dios, siempre que lo invocamos? Y, ¿dónde hay otra nación tan grande, que tenga unos mandatos y decretos tan justos como toda esta ley que yo os propongo hoy?.
Salmo 14, 2-5: Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?
Santiago 1, 17-18.21b-22.27: Mis queridos hermanos: Todo regalo y todo don perfecto viene de arriba, procede del Padre de las luces, en el cual no hay ni alteración ni sombra de mutación. Por propia iniciativa nos engendró con la palabra de la verdad, para que seamos como una primicia de sus criaturas. Acoged con docilidad esa palabra, que ha sido injertada en vosotros y es capaz de salvar vuestras vidas. Poned en práctica la palabra y no os contentéis con oírla, engañándoos a vosotros mismos. La religiosidad auténtica e intachable a los ojos de Dios Padre es ésta: atender a huérfanos y viudas en su aflicción y mantenerse incontaminado del mundo.
Marcos 7, 1-8.14-15.21-23: Se reunieron junto a Jesús un grupo de fariseos y algunos escribas venidos de Jerusalén; y vieron que algunos discípulos comían con manos impuras, es decir, sin lavarse las manos. (Pues los fariseos, como los demás judíos, no comen sin lavarse antes las manos, restregando bien, aferrándose a la tradición de sus mayores, y al volver de la plaza no comen sin lavarse antes, y se aferran a otras muchas tradiciones, de lavar vasos, jarras y ollas). Según eso, los fariseos y los escribas le preguntaron: ¿Por qué no caminan tus discípulos según las tradiciones de los mayores y comen el pan con manos impuras? Él les contestó: Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito: “Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos”. Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres. Llamó Jesús de nuevo a la gente y les dijo: Escuchad y entended todos: Nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre. Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los pensamientos perversos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, malicias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro.