16 de mayo 2021 – domingo. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.
SOLEMNIDAD DE LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR
Papa Francisco: La Ascensión orienta nuestra mirada al cielo, donde Jesús glorificado se sienta a la derecha de Dios. Por otra parte, nos recuerda el inicio de la misión de la Iglesia: Jesús resucitado ha subido al cielo y manda a sus discípulos a difundir el Evangelio en todo el mundo. Por lo tanto, la Ascensión nos exhorta a levantar la mirada al cielo, para después dirigirla inmediatamente a la tierra, llevando adelante las tareas que el Señor resucitado nos confía: Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación, Aquella reducida compañía, irrelevante frente a las grandes potencias del mundo, es invitada a llevar el mensaje de amor y de misericordia de Jesús a cada rincón de la tierra. Pero este proyecto de Dios solo puede ser realizado con la fuerza que Dios mismo concede a los apóstoles. “Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría y hasta los confines de la tierra” (Hechos 1, 8). La misión confiada por Jesús a los Apóstoles ha proseguido a través de los siglos, y prosigue todavía hoy: requiere la colaboración de todos nosotros. Cada uno, por el bautismo que ha recibido está habilitado para anunciar el Evangelio. Se trata de ser hombres y mujeres de la Ascensión, es decir, buscadores de Cristo a lo largo de los caminos de nuestro tiempo, llevando su palabra de salvación hasta los confines de la tierra. En este itinerario encontramos a Cristo mismo en nuestros hermanos, especialmente en los más pobres, en aquellos que sufren en carne propia la dura y mortificante experiencia de las viejas y nuevas pobrezas. Como Cristo resucitado al inicio envió a sus discípulos con la fuerza del espíritu Santo, así hoy él nos envía a todos nosotros, con la misma fuerza, para poner signos concretos y visibles de esperanza. Porque Jesús nos da la esperanza, se fue al cielo y abrió las puertas del cielo y la esperanza de que llegaremos allí (13-5-2018).
Hechos de los Apóstoles 1, 1-11: En mi primer libro, Teófilo, escribí de todo lo que Jesús hizo y enseñó desde el comienzo hasta el día en que fue llevado al cielo, después de haber dado instrucciones a los apóstoles, que había escogido, movido por el Espíritu Santo. Se les presentó él mismo después de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles del reino de Dios. Una vez que comían juntos les ordenó que no se alejaran de Jerusalén, sino “aguardad que se cumpla la promesa del Padre, de la que me habéis oído hablar, porque Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo, dentro de no muchos días”. Los que se habían reunido, le preguntaron, diciendo: “Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino de Israel?”. Les dijo: No os toca a vosotros conocer los tiempos o momentos que el Padre ha establecido con su propia autoridad; en cambio, recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que va a venir sobre vosotros y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria y “hasta el confín de la tierra”. Dicho esto, a la vista de ellos, fue elevado al cielo, hasta que una nube se lo quitó de la vista. Cuando miraban fijos al cielo, mientras él se iba marchando, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco que les dijeron: “Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que ha sido tomado de entre vosotros y llevado al cielo, volverá como lo habéis visto marcharse al cielo.
Salmo 46, 2-9: Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas.
Efesios 1, 17-23: Hermanos: Que el Dios del Señor nuestro Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo, e ilumine los ojos de vuestro corazón para que comprendáis cual es la esperanza a la que os llama, cual la riqueza de gloria que da en herencia a los santos y cual la extraordinaria grandeza de su poder en favor de nosotros, los creyentes, según la eficacia de su fuerza poderosa, que desplegó en Cristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su derecha en el cielo, por encima de todo principado, poder, fuerza y dominación, y por encima de todo nombre conocido, no sólo en este mundo, sino en el futuro. “Y todo lo que puso bajo sus pies”, y lo dio a la Iglesia, como Cabeza, sobre todo. Ella es su cuerpo, plenitud del que llena todo en todos.
Marcos 16, 15-20: Se apareció Jesús a los once, y les dijo: Id al mundo entero y proclamad el evangelio a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea será condenado. A los que crean, los acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, tomarán serpientes en sus manos, y si beben un veneno mortal no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos y quedarán sanos. Después de hablarles, el Señor Jesús fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos se fueron y predicar por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban.