Archivo de abril de 2021

martes, 6 de abril de 2021

Lectura diaria de la Biblia

martes, 6 de abril de 2021

6 de abril 2021 – martes. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a os y al hombre.

Papa Francisco: Esta semana es la semana de la alegría: Celebramos la Resurrección de Jesús. Es una alegría auténtica, profunda, basada en la certeza de que Cristo Resucitado ya no muere más, sino que está vivo y operante en la Iglesia y en el mundo. ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?. Estas palabras son como una piedra miliar en la historia; pero también una piedra de tropiezo, si no nos abrimos a la buena noticia, si pensamos que causa menos molestia un Jesús muerto que un Jesús vivo (23-4-2014).

Estaba María (Magdalena) fuera, junto al sepulcro, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús. Ellos le preguntan: Mujer, ¿por qué lloras?. Ella les contesta: Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto. Dicho esto, se vuelve y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús. Jesús le dice: Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?. Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta: Señor, si tú te lo has llevado, dime donde lo has puesto y yo lo recogeré. Jesús le dice: ¡María!. Ella se vuelve y le dice: ¡Rabboni!, que significa ¡Maestro!. Jesús le dice: No me retengas, que todavía no he subido al Padre. Pero anda, ve a mis hermanos y diles: “Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro”. María la Magdalena fue y anunció a los discípulos: He visto al Señor y ha dicho esto.

Hechos 2, 36-41; Salmo 32, 4-5.18-20.22 . Juan 20, 11-18

Lectura diaria de la Biblia

domingo, 4 de abril de 2021

5 de abril 2021 – lunes. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.

Papa Francisco: “En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago y aún mayores, porque yo me voy al Padre” (Juan 14, 12). Estas palabras de Jesús se manifiestan claramente en la actividad apostólica de san Vicente Ferrer, el cual, lleno de fe y de celo por la salvación de las almas, la corrección de las costumbres y la propagación de la fe católica, después de haber sido curado misericordiosamente por Cristo de una grave enfermedad, predicó asiduamente sobre todo en las regiones de España y de Francia, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que lo acompañaban (Marcos 16, 20). Llega a su fin la conmemoración jubilar digna y fructuosa de la muerte de san Vicente Ferrer, hace 600 años: voló a la Patria celestial desde Vannes (Francia), el 5 de abril de 1419. Esta conmemoración puede aprovechar a la unidad y a los frutos de toda la Iglesia (Carta al Cardenal Delegado Clausura VI Centenario San Vicente Ferrrer. 13-5-2019).

Las mujeres se marcharon a toda prisa del sepulcro; llenas de miedo y de alegría, corrieron a anunciarlo a los discípulos. De pronto, Jesús les salió al encuentro y les dijo: Alegraos. Ellas se acercaron, le abrazaron los pies y se postraron ante él. Jesús les dijo: No temáis: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán. Mientras las mujeres iban de camino, algunos de la guardia fueron a la ciudad y comunicaron a los sumos sacerdotes todo lo ocurrido. Ellos, reunidos con los ancianos, llegaron a un acuerdo y dieron a los soldados una fuerte suma, encargándoles: Decid que sus discípulos fueron de noche y robaron el cuerpo mientras vosotros dormíais. Y si esto llega a oídos del gobernador, nosotros nos lo ganaremos y os sacaremos de apuros. Ellos tomaron el dinero y obraron conforme a las instrucciones. Y esta historia se ha ido difundiendo entre los judíos hasta hoy.

Hechos 2, 14.22-33; Salmo 15, 1b-2a.5.7-11 . Mateo 28, 8-15

Lectura diaria de la Biblia

domingo, 4 de abril de 2021

5 de abril 2021 – lunes. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.

Papa Francisco: “En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago y aún mayores, porque yo me voy al Padre” (Juan 14, 12). Estas palabras de Jesús se manifiestan claramente en la actividad apostólica de san Vicente Ferrer, el cual, lleno de fe y de celo por la salvación de las almas, la corrección de las costumbres y la propagación de la fe católica, después de haber sido curado misericordiosamente por Cristo de una grave enfermedad, predicó asiduamente sobre todo en las regiones de España y de Francia, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que lo acompañaban (Marcos 16, 20). Llega a su fin la conmemoración jubilar digna y fructuosa de la muerte de san Vicente Ferrer, hace 600 años: voló a la Patria celestial desde Vannes (Francia), el 5 de abril de 1419. Esta conmemoración puede aprovechar a la unidad y a los frutos de toda la Iglesia (Carta al Cardenal Delegado Clausura VI Centenario San Vicente Ferrrer. 13-5-2019).

Las mujeres se marcharon a toda prisa del sepulcro; llenas de miedo y de alegría, corrieron a anunciarlo a los discípulos. De pronto, Jesús les salió al encuentro y les dijo: Alegraos. Ellas se acercaron, le abrazaron los pies y se postraron ante él. Jesús les dijo: No temáis: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán. Mientras las mujeres iban de camino, algunos de la guardia fueron a la ciudad y comunicaron a los sumos sacerdotes todo lo ocurrido. Ellos, reunidos con los ancianos, llegaron a un acuerdo y dieron a los soldados una fuerte suma, encargándoles: Decid que sus discípulos fueron de noche y robaron el cuerpo mientras vosotros dormíais. Y si esto llega a oídos del gobernador, nosotros nos lo ganaremos y os sacaremos de apuros. Ellos tomaron el dinero y obraron conforme a las instrucciones. Y esta historia se ha ido difundiendo entre los judíos hasta hoy.

Hechos 2, 14.22-33; Salmo 15, 1b-2a.5.7-11 . Mateo 28, 8-15

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domingo, 4 de abril de 2021

4 de abril 2021 – domingo. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.

DOMINGO DE PASCUA DE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR

Papa Francisco: En esta fiesta conquistamos un derecho fundamental, que no nos será arrebatado: el derecho a la esperanza; es una esperanza nueva, viva, que viene de Dios. El sepulcro es el lugar donde quien entra no sale. Pero Jesús salió por nosotros, resucitó por nosotros, para llevar vida donde había muerte, para comenzar una nueva historia que había sido clausurada, tapándola con una piedra. Él, que quitó la roca de la entrada de la tumba, puede remover las piedras que sellan el corazón. Por eso, no cedamos a la resignación, no depositemos la esperanza bajo una piedra. Podemos y debemos esperar, porque Dios es fiel, no nos ha dejado solos, nos ha visitado y ha venido en cada situación: en el dolor, en la angustia y en la muerte. Su luz iluminó la oscuridad del sepulcro, y hoy quiere llegar a los rincones más oscuros de la vida. Hermana, hermano, aunque en el corazón hayas sepultado la esperanza, no te rindas: Dios es más grande. La oscuridad y la muerte no tienen la última palabra. Ánimo, con Dios nada está perdido (11-4-2020).

VIGILIA PASCUAL EN LA NOCHE SANTA

Génesis 1, 1-2, 2: Vio Dios todo lo que había hecho, y era muy bueno.

Génesis 22, 1-18: El sacrificio de Abrahán, nuestro padre en la fe.

Éxodo 14, 15-15, 1a: Los israelitas entraron en medio del mar, por lo seco.

Isaías 54, 5-14: Con eterno te quiere el Señor, tu libertador.

Isaías 55, 1-11: Venid a mí y viviréis. Sellaré con vosotros una alianza perpetua.

Baruc 3, 9-15.32-4, 4: Camina al resplandor del Señor.

Ezequiel 36, 16-28: Derramaré un agua pura, y os daré un corazón nuevo. Romanos 6, 3-11: Hermanos: Lo mismo que Cristo resucitó entre los muertos, así también nosotros andemos en una vida nueva.

Salmo 117, 1-2.16-17.22-23: Aleluya, Aleluya, Aleluya.

Marcos 16, 1-7: Pasado el sábado, María Magdalena, María la de Santiago, y Salomé compraron aromas para ir a embalsamar a Jesús. Y muy temprano, el primer día de la semana, al salir el sol, fueron al sepulcro. Y se decían unas a otras: ¿Quién nos correrá la piedra a la entrada del sepulcro?. Al mirar, vieron que la piedra estaba corrida, y eso que era muy grande. Entraron en el sepulcro y vieron a un joven sentado a la derecha, vestido de blanco. Y quedaron aterradas. Él les dijo: No tengáis miedo. ¿Buscáis a Jesús el Nazareno, el crucificado? No está aquí. Ha resucitado. Mirad el sitio donde lo pusieron. Pero id a decir a sus discípulos y a Pedro: “Él va por delante de vosotros a Galilea. Allí lo veréis, como os dijo”.

MISA DEL DÍA DE PASCUA

Hechos 10, 34a.37-43: Pedro tomó la palabra y dijo: Vosotros conocéis lo que sucedió en toda Judea, comenzando por Galilea, después del bautismo que predicó Juan. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el diablo; porque Dios estaba con él. Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en la tierra de los judíos y en Jerusalén. A este lo mataron, colgándolo de un madero. Pero Dios lo resucitó al tercer día y le concedió la gracia de manifestarse, no a todo el pueblo, sino a los testigos designados por Dios: a nosotros, que hemos comido y bebido con él después de su resurrección de entre los muertos. Nos encargó predicar al pueblo, dando testimonio de que Dios lo ha constituido juez de vivos y muertos. De él dan testimonio todos los profetas: que todos los que creen en él reciben, por su nombre, el perdón de los pecados.

Salmo 117, 1-2.16-17.22-23: Este es el día que hizo el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo.

Colosenses 3, 1-4: Hermanos: Si habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde Cristo está sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra. Porque habéis muerto; y vuestra vida está con Cristo escondida en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida nuestra, entonces también vosotros apareceréis gloriosos, juntamente con él.

Juan 20, 1-9: El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto. Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro, se adelantó y llegó primero al sepulcro; e, inclinándose, vio los lienzos tendidos; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio los lienzos tendidos y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no con los lienzos, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido la escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.

Lectura diaria de la Biblia

sábado, 3 de abril de 2021

3 de abril 2021 – Sábado Santo. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.

SÁBADO SANTO DE LA SEPULTURA DEL SEÑOR

Papa Francisco: El Evangelio de Juan nos presenta a María al pie de la cruz: el dolor por la muerte del Hijo. Lo primero que señala el evangelista es que María está “firmemente de pie” junto a su Hijo. No es un modo liviano de estar, tampoco evasivo y menos aún pusilánime. Es con firmeza, “clavada” al pie de la cruz, expresando con la postura de su cuerpo que nada ni nadie podría moverla de ese lugar. María se muestra en primer lugar así: al lado de los que sufren, de aquellos de los que todo el mundo huye, incluso de los que son enjuiciados, condenados por todos, deportados. No se trata solo de que sean oprimidos o explotados, sino de estar directamente “fuera del sistema”, al margen de la sociedad. Con ellos está también la Madre, clavada junto a esa cruz de la incomprensión y del sufrimiento. También María nos muestra un modo de estar al lado de estas realidades; no es de ir de paseo ni hacer una breve visita, ni tampoco es “turismo solidario”. Se trata de que quienes padecen una realidad de dolor nos sientan a su lado y de su lado, de modo firme, estable; todos los descartados de la sociedad pueden hacer experiencia de esta madre delicadamente cercana, porque en el que sufre siguen abiertas las llagas de su Hijo Jesús. Ella lo aprendió al pie de la cruz. También nosotros estamos llamados a “tocar” el sufrimiento de los demás. Vayamos al encuentro de nuestro pueblo para consolarlo y a acompañarlo; no tengamos miedo de experimentar la fuerza de la ternura y de implicarnos y complicarnos la vida por los otros. Y, como María, permanezcamos firmes y de pie: con el corazón puesto en Dios y animados, levantando al que está caído, enalteciendo al humilde, ayudando a terminar con cualquier situación de opresión que los hace vivir como crucificados (24-9-2018).

Lectura diaria de la Biblia

viernes, 2 de abril de 2021

2 de abril 2021 – Viernes Santo. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.

VIERNES SANTO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR

Papa Francisco: Pocos días antes, el gentío aclamaba a Jesús. Ahora transforma las alabanzas en un grito de acusación, prefiriendo incluso que en lugar de Jesús fuera liberado un homicida. Llega de este modo a la muerte en cruz, dolorosa e infamante, reservada a los traidores, a los esclavos y a los peores criminales. La soledad, la difamación y el dolor no son todavía la culminación del anonadamiento de Jesús. Para ser en todo solidario con nosotros, experimenta también en la cruz el misterioso abandono del Padre. Sin embargo, en el abandono, ora y confía: Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu. Suspendido en el patíbulo, además del escarnio, afronta la última tentación: la provocación a bajar de la cruz, a vencer el mal con la fuerza, y a mostrar el rostro de Dios potente e invencible. Jesús, en cambio, precisamente aquí, en el culmen del anonadamiento, revela el rostro auténtico de Dios, que es misericordia. Perdona a sus verdugos, abre las puertas del paraíso al ladrón arrepentido y toca el corazón del centurión. Si el misterio del mal es abismal, infinita es la realidad del Amor que lo ha atravesado, llegando hasta el sepulcro y los infiernos, asumiendo todo nuestro dolor para redimirlo, llevando luz donde hay tinieblas, vida donde hay muerte, amor donde hay odio. Jesús se ha humillado por nosotros, viene a salvarnos; y nosotros estamos llamados a elegir su camino: el camino del servicio, de la donación, del olvido de uno mismo. Os invito este día a mirar a menudo esta “cátedra de Dios”, para aprender el amor humilde, que salva y da la vida, para renunciar al egoísmo, a la búsqueda del poder y de la fama. Dirijamos a él nuestra mirada, pidamos la gracia de entender al menos un poco de este misterio de su anonadamiento por nosotros en la Cruz (20-3-2016). Hoy, en este momento, pienso en el Señor crucificado y en las muchas historias de los crucificados de la historia, la de hoy, de esta pandemia (Covi-19, coronavirus): médicos, enfermeras, enfermeros, religiosas, sacerdotes… Muertos en el frente, como soldados, que han dado su vida por amor, resistentes como María bajo sus cruces, las de sus comunidades, en los hospitales, curando a los enfermos. También hoy hay crucificados y crucificadas que mueren por amor y esto es lo que pienso en estos momentos (entrevista televisiva, 10-4-2020).

Isaías 52, 13-53, 12: Él fue traspasado por nuestras rebeliones.

Salmo 30, 2.6.12-17.25: Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu (Luc 23, 46).

Hebreos 4, 14-16; 5, 7-9: Ya que tenemos un sumo Sacerdote grande que ha atravesado el cielo, Jesús, Hijo de Dios, mantengamos firme la confesión de fe. No tenemos un Sumo Sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino que ha sido probado en todo, como nosotros, menos en el pecado. Por eso, compadezcamos confiados ante el trono de la gracia, para alcanzar misericordia y encontrar gracia para un auxilio oportuno. Cristo, en efecto, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, siendo escuchado por su piedad filial. Y, aun siendo Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la consumación, se convirtió, para todos los que lo obedecen, en autor de salvación eterna.

Juan 18, 1-19, 42: PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN SAN JUAN.

Salió Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, y entraron allí él y sus discípulos. Judas, el que lo iba a entregar, conocía también el sitio, porque Jesús se reunía a menudo allí con sus discípulos. Judas entonces, tomando una cohorte y unos guardias de los sumos sacerdotes y de los fariseos, entró allá con faroles, antorchas y armas. Jesús, sabiendo todo lo que venía sobre él, se adelantó y les dijo: ¿A quién buscáis? Le contestaron: A Jesús, el Nazareno. Les dijo Jesús: Yo soy. Estaba también con ellos Judas, el que lo iba a entregar. Al decirles: Yo soy, retrocedieron y cayeron a tierra. Les preguntó otra vez: ¿A quién buscáis?. Ellos dijeron: A Jesús, el Nazareno. Jesús contestó: Os he dicho que soy yo. Si me buscáis a mí, dejad marchar a estos. Y así se cumplió lo que había dicho: No he perdido a ninguno de los que me diste. Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al criado del sumo sacerdote, cortándole la oreja derecha. Este criado se llamaba Malco. Dijo entonces Jesús a Pedro: Mete la espada en la vaina. El cáliz que me ha dado mi Padre, ¿no lo voy a beber?.

Llevaron a Jesús ante Anás y Caifás. Negaciones de Pedro

La cohorte, el tribuno y los guardias de los judíos prendieron a Jesús, lo ataron y lo llevaron primero a Anás, porque era suegro de Caifás, sumo sacerdote aquel año; Caifás era el que había dado a los judíos este consejo: Conviene que muera un solo hombre por el pueblo. Simón Pedro y otro discípulo seguían a Jesús. Este discípulo era conocido del sumo sacerdote y entró con Jesús en el palacio del sumo sacerdote, mientras Pedro se quedó fuera a la puerta. Salió el otro discípulo, el conocido del sumo sacerdote, habló a la portera e hizo entrar a Pedro. La criada portera dijo entonces a Pedro: ¿No eres tú también de los discípulos de ese hombre?. Él dijo: No lo soy. Los criados y los guardias habían encendido un brasero, porque hacía frío, y se calentaban. También Pedro estaba con ellos de pie, calentándose. El sumo sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de la doctrina. Jesús le contestó: Yo he hablado abiertamente al mundo; yo he enseñado continuamente en las sinagogas y en el templo, donde se reúnen todos los judíos y no he dicho nada a escondidas. ¿Por qué me preguntas a mí? Pregunta a los que me han oído de qué les he hablado. Ellos saben lo que yo he dicho. Apenas dijo esto, uno de los guardias que estaba allí le dio una bofetada a Jesús, diciendo: ¿Así contestas al sumo sacerdote? Jesús respondió: Si he faltado al hablar, muestra en que he faltado; pero si he hablado como se debe, ¿por qué me pegas?. Entonces Anás lo envió atado a Caifás, sumo sacerdote. Simón Pedro estaba de pie, calentándose y le dijeron: ¿No eres tú también de sus discípulos?. Él lo negó, diciendo: No lo soy. Uno de los criados del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro le cortó la oreja, le dijo: ¿No te he visto yo en el huerto con él?. Pedro volvió a negar, y en seguida cantó un gallo.

Mi reino no es de este mundo

Llevaron a Jesús de casa de Caifás al pretorio. Era el amanecer, y ellos no entraron en el pretorio para no incurrir en impurezas y poder así comer la Pascua. Salió Pilato afuera, adonde estaban ellos, y dijo: ¿Qué acusación presentáis contra este hombre?. Le contestaron: Si este no fuera un malhechor no te lo entregaríamos. Pilato les dijo: Lleváoslo vosotros y juzgarlo según vuestra ley. Los judíos le dijeron: No estamos autorizados para dar muerte a nadie. Y así se cumplió lo que había dicho Jesús, indicando de qué muerte iba a morir. Entró otra vez Pilato en el pretorio, llamó a Jesús y le dijo: ¿Eres tú el rey de los judíos?. Jesús le contestó: ¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?. Pilato replicó: ¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?. Jesús le contestó: Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí. Pilato le dijo: Entonces, ¿tú eres rey?. Jesús le contestó: Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz. Pilato le dijo: Y, ¿qué es la verdad?. Dicho esto, salió otra vez a donde estaban los judíos y les dijo: Yo no encuentro en él ninguna culpa. Es costumbre entre vosotros que por Pascua ponga a uno en libertad. ¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?. Volvieron a gritar: A ése no, a Barrabas. El tal Barrabas era un bandido.

¡Salve, rey de los judíos! ¡Crucifícalo!

Entonces Pilato tomó a Jesús y lo mandó azotar. Y los soldados trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza y le echaron por encima un manto color púrpura; y, acercándose a él, le decían: ¡Salve, rey de los judíos!. Y le daban bofetadas. Pilato salió otra vez afuera y les dijo: Mirad, os lo saco afuera, para que sepáis que no encuentro en él ninguna culpa. Y salió Jesús afuera, llevando la corona de espinas y el manto color púrpura. Pilato les dijo: He aquí al hombre. Cuando lo vieron los sumos sacerdotes y los guardias, gritaron: ¡Crucifícalo, crucifícalo!. Pilato les dijo: Lleváoslo vosotros y crucificadlo, porque yo no encuentro culpa en él. Los judíos le contestaron: Nosotros tenemos una ley, y según esa ley tiene que morir, porque se ha hecho Hijo de Dios. Cuando Pilato oyó estas palabras, se asustó aún más. Entró otra vez en el pretorio y dijo a Jesús: ¿De dónde eres tú?. Pero Jesús no le dio respuesta. Y Pilato le dijo: ¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte y autoridad para crucificarte?. Jesús le contestó: No tendrías ninguna autoridad sobre mí, si no te la hubieran dado de lo alto. Por eso el que me ha entregado a ti tiene un pecado mayor. Desde este momento Pilato trataba de soltarlo, pero los judíos gritaban: si sueltas a ése, no eres amigo del César. Todo el que se hace rey está contra el Cesar. Pilato entonces, al oír estas palabras, sacó afuera a Jesús y lo sentó en el tribunal, en el sitio que llaman el Enlosado (en hebreo “Gábbata”). Era el día de la preparación de la Pascua, hacia el mediodía. Y dijo Pilato a los judíos: He aquí a vuestro rey. Ellos gritaron: ¡Fuera, fuera; crucifícalo!. Pilato les dijo: ¿A vuestro rey voy a crucificar?. Contestaron los sumos sacerdotes: No tenemos más rey que al Cesar. Entonces se lo entregó para que lo crucificaran.

Crucifixión. Ahí tienes a tu madre. “Entregó el espíritu”

Tomaron a Jesús, y, cargando el mismo con la cruz, salió al sitio llamado de la Calavera (que en hebreo se dice “Gólgota”), donde lo crucificaron; y con él a otros dos, uno a cada lado, y en medio, Jesús. Y Pilato escribió un letrero y lo puso encima de la cruz; en él estaba escrito: Jesús, el Nazareno, el rey de los judíos. Leyeron el letrero muchos judíos, porque estaba cerca el lugar donde crucificaron a Jesús, y estaba escrito en hebreo, latín y griego. Entonces los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato: No escribas: “El rey de los judíos”, sino: “Éste ha dicho: Soy el rey de los judíos”. Pilato les contestó: Lo escrito, escrito está. Los soldados, cuando crucificaron a Jesús, tomaron su ropa, haciendo cuatro partes, una para cada soldado, y apartaron la túnica. Era una túnica sin costuras, tejida toda de una pieza de arriba abajo. Y se dijeron: No la rasguemos, sino echémosla a suerte, a ver a quien le toca. Así se cumplió la Escritura: Se repartieron mi ropa y echaron a suerte mi túnica. Esto hicieron los soldados. Junto a la cruz de Jesús estaba su madre, le hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre: Mujer, ahí tienes a tu hijo. Luego, dijo al discípulo: ahí tienes a tu madre. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio. Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se cumpliera la Escritura, dijo: Tengo sed. Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca. Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo: Está cumplido. E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu.

Y al punto salió sangre y agua. Sepultura

Los judíos entonces, como era el día de la Preparación, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día grande, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los quitaran. Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua. El que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero, y él sabe que dice verdad, para que también vosotros creáis. Esto ocurrió para que se cumpliera la Escritura: No le quebrarán un hueso; y en otro lugar la Escritura dice: Mirarán al que traspasaron.

Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, aunque oculto por miedo a los judíos, pidió a Pilato que le dejara llevarse el cuerpo de Jesús. Y Pilato lo autorizó. Él fue entonces y se llevó el cuerpo. Llegó también Nicodemo, el que había ido a verlo de noche, y trajo unas cien libras de una mixtura de mirra y áloe. Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en los lienzos con los aromas, según se acostumbra a enterrar entre los judíos. Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto un sepulcro nuevo donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para los judíos era el día de la Preparación, y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús.

Lectura diaria de la Biblia

jueves, 1 de abril de 2021

1 de abril 2021 – Jueves. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.

JUEVES SANTO DE LA CENA DEL SEÑOR

Papa Francisco: La Eucaristía, el servicio, la unción. La realidad que vivimos hoy en esta celebración: el Señor que quiere permanecer con nosotros en la Eucaristía. Y nosotros nos convertimos siempre en sagrarios del Señor; llevamos al Señor con nosotros, hasta el punto de que Él mismo nos dice que si no comemos su cuerpo y bebemos su sangre, no entraremos en el Reino de los cielos. Este es el misterio del pan y del vino, del Señor con nosotros, en nosotros, dentro de nosotros. El servicio. Ese gesto que es una condición para entrar en el Reino de los cielos. Servir, si, a todos. Pero el Señor, en aquel intercambio de palabras que tuvo con Pedro (cf. Jn 13, 6-9), le hizo comprender que para entrar en el Reino de los cielos debemos dejar que el Señor nos sirva, que el siervo de Dios sea siervo de nosotros. Y esto es difícil de entender. Si no dejo que el Señor sea mi siervo, que el Señor me lave, me haga crecer, me perdone, no entraré en el Reino de los cielos. Y el sacerdocio. Hoy quisiera estar cerca de los sacerdotes, de todos los sacerdotes, desde el recién ordenado hasta el Papa. Todos somos sacerdotes: los obispos, todos… Somos ungidos, ungidos por el Señor; ungidos para celebrar la Eucaristía, ungidos para servir. Hoy no hemos tenido la Misa Crismal. No puedo dejar pasar esta Misa sin recordar a los sacerdotes. Sacerdotes que ofrecen su vida por el Señor, sacerdotes que son servidores. En estos días, más de sesenta han muerto aquí, en Italia, atendiendo a los enfermos en los hospitales, juntamente con médicos, enfermeros, enfermeras… Son “los santos de la puerta de al lado”, sacerdotes que dieron su vida sirviendo. Y pienso en los que están lejos (9-4-2020).

Éxodo 12, 1-8.11-14: Prescripciones sobre la cena pascual.

Salmo 115, 12-18: El cáliz de la bendición es comunión con la sangre de Cristo (1Cor 10, 16).

1Corintios 11, 23-26: Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido: que el Señor Jesús, en la noche en que iba a ser entregado, tomó pan y, pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía. Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo: Este cáliz es la nueva alianza en mi sangre: haced esto cada vez que lo bebáis, en memoria mía. Por eso, cada vez que coméis este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva.

Juan 13, 1-15: Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. Estaban cenando, ya el diablo había suscitado en el corazón de Judas, hijo de Simón Iscariote, la intención de entregarlo; y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarle los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido. Llegó a Simón Pedro, y este le dice: Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?. Jesús le replicó: Lo que yo hago tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde. Pedro le dice: No me lavarás los pies jamás. Jesús le contestó: Si no te lavo, no tienes parte conmigo. Simón Pedro le dice: Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza. Jesús le dice: Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos. Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: No todos estáis limpios. Cuando acabó de lavarle los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo: ¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis “el Maestro” y “el Señor”, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros; os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis.