18 de abril 2021 – domingo. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.
Papa Francisco: Estaban todos los apóstoles reunidos y apareció el Señor. Y ellos desde antes se asustaron y creían que era un espíritu. 1. Pero Jesús mismo les dijo: ¿Por qué os alarmáis? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un espíritu no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo. ¿Pero por qué no creían? Responde el Evangelio: No acababan de creer, por la alegría. ¡Era mucha esa alegría! ¡Si esto es verdad, es una alegría inmensa! Ah, yo no creo. No puedo. No podían creer que hubiera tanta alegría; la alegría que lleva Cristo. 2. Nos pasa también a nosotros cuando nos dan una buena noticia. Antes de acogerla en el corazón decimos: ¿Pero es verdad? ¿Pero cómo lo sabes? ¿Dónde lo has escuchado?. Lo hacemos para estar seguros, porque si esto es verdad, es una alegría inmensa. Esto nos sucede a nosotros en lo pequeño, ¡imaginad a los discípulos! Era tanta la alegría que era más fácil decir: No, yo no lo creo. ¡Pero estaba allí! Sí, pero no podían aceptar; no podían dejar pasar al corazón esa verdad que veían. Y al final, obviamente, creyeron. 3. Y esta es la renovada juventud (oración colecta de hoy) que nos regala el Señor. Nosotros estamos acostumbrados a envejecer con el pecado… El pecado envejece el corazón, siempre. Te hace un corazón duro, viejo, cansado. El pecado cansa el corazón y perdemos un poco la fe en Cristo resucitado: No, no creo… Sería mucha alegría esto… Sí, sí está vivo, pero está en el cielo por sus cosas. Pero ¡sus cosas soy yo! ¡Cada uno de nosotros! Pero esta unión no somos capaces de hacerla. 4. Hermanos, pidamos la gracia de creer que Cristo está vivo, ¡ha resucitado! Esta es nuestra fe, y si nosotros creemos esto, las demás cosas son secundarias. Esta es nuestra vida, esta es nuestra verdadera juventud. La victoria de Cristo sobre la muerte, la victoria de Cristo sobre el pecado. Cristo está vivo. Sí, sí, ahora recibiré la comunión… Paro cuando tú recibes la comunión, ¿estás seguro de que Cristo está vivo ahí, ha resucitado? Sí, es un poco de pan bendecido… No, ¡es Jesús! Cristo está vivo, ha resucitado en medio de nosotros y si nosotros no creemos esto, no seremos nunca buenos cristianos, no podremos serlo (15-4-2018).
Hechos de los Apóstoles 3, 13-15.17-19: Pedro dijo al pueblo: El Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su siervo Jesús, al que vosotros entregasteis y de quien renegasteis ante Pilato, cuando había decidido soltarlo. Vosotros renegasteis del Santo y del Justo, y pedisteis el indulto de un asesino; matasteis al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos y nosotros somos testigos de ello. Ahora bien, hermanos, sé que lo hicisteis por ignorancia, al igual que vuestras autoridades; pero Dios cumplió de esta manera lo que había predicho por los profetas, que su Mesías tenía que padecer. “Por tanto, arrepentíos y convertíos, para que se borren vuestros pecados”.
Salmo 4, 2.7.9: Haz brillar sobre nosotros, Señor, la luz de tu rostro.
1Juan 2, 1-5a: Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero. En esto sabemos que lo conocemos: en que guardamos sus mandamientos. Quién dice: Yo lo conozco, y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está en él. Pero quien guarda su palabra, ciertamente él el amor de Dios ha llegado en él a su plenitud.
Lucas 24, 35-48: Los discípulos de Jesús contaron lo que les había pasado por el camino y cómo habían reconocido al partir el pan. Estaban hablando de estas cosas, cuando él se presentó en medio de ellos y les dice: Paz a vosotros. Pero ellos, aterrorizados y llenos de miedo, creían ver un espíritu. Y Él les dijo: ¿Por qué os alarmáis? ¿Por qué surgen dudas en vuestro corazón?. Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un espíritu no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo. Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Pero como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo: ¿Tenéis ahí algo que comer?. Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos. Y les dijo: Esto es lo que os dije mientras estaba con vosotros: que era necesario que se cumpliera todo lo escrito en la Ley de Moisés y en los Profetas y Salmos acerca de mí. Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras. Y les dijo: Así está escrito: El Mesías padecerá, resucitará entre los muertos al tercer día, y en su nombre se predicará la conversión para el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto.