4 de octubre 2020 – domingo. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.
Papa Francisco: La liturgia de este domingo nos propone la parábola de los viñadores, a los que el jefe confía la viña que había plantado y después se va. Así se pone a prueba la lealtad de estos viñadores. Llegado el tiempo de la vendimia, el jefe manda a sus siervos a recoger los frutos. Pero los viñadores asumen una actitud posesiva: no se consideran simples gestores, sino propietarios, y se niegan a entregar lo que han recogido. Maltratan a los siervos hasta matarlos. Matan también al hijo pensando que así habrían tenido la herencia. Está aquí la gran novedad del cristianismo: un Dios que siempre es fiel a su palabra, no se detiene y sobre todo ¡no se venga! Dios ama, no se venga, nos espera para perdonarnos, para abrazarnos. A través de las situaciones de debilidad y de pecado, Dios continúa poniendo en circulación el vino nuevo de su viña, es decir, la misericordia. Hay solo un impedimento: nuestra arrogancia y nuestra presunción, ¡que se convierte en ocasiones en violencia! El Señor, que nos llama a convertirnos en trabajadores de su viña, nos ayuda a entender la fe cristiana: no la suma de preceptos y de normas morales, en nombre sino una propuesta de amor que Dios, a través de Jesús, hizo y continúa haciendo a la humanidad. Es una invitación a entrar en esta historia de amor, convirtiéndose en una viña vivaz y abierta, rica de frutos y de esperanza para todos (8-10-2017).
Isaías 5, 1-7: Voy a cantar a mi amigo el canto de mi amado por su viña. Mi amigo tenía una viña en fértil collado. La entrecavó, quitó las piedras y plantó buenas cepas; construyó en medio una torre y cavó un lagar. Esperaba que diese uvas, pero dio agrazones. Ahora, habitantes de Jerusalén, hombres de Judá, por favor, sed jueces entre mí y mi viña. ¿Qué más podía hacer yo por mi viña que no hubiera hecho? ¿Por qué, cuando yo esperaba que diera uvas, dio agrazones? Pues os hago saber lo que yo hare con mi viña: quitar su valla y que sirva de leña, derruir su tapia para que sea pisoteada. La convertiré en un erial: no la podarán ni la escardarán, allí crecerán zarzas y cardos, prohibiré a las nubes que lluevan sobre ella. La viña del Señor del universo es la casa de Israel; y los hombres de Judá su plantel preferido. Esperaba de ellos derecho, y ahí tenéis: sangre derramada; esperaba justicia, y ahí tenéis: lamentos.
Salmo 79, 9.12-16.19-20: La viña del Señor es la casa de Israel.
Filipenses 4, 6-9: Nada os preocupe; sino que, en toda ocasión, en la oración y en la súplica con acción de gracias, vuestras peticiones sean presentadas a Dios. Y la paz de Dios, que supera todo juicio, custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. Finalmente, hermanos, todo lo que es verdadero, noble, justo, puro, amable, laudable; todo lo que es virtud o mérito tenedlo en cuenta. Y lo que aprendisteis, recibisteis, oísteis y visteis en mí, ponedlo por obra. Y el Dios de la paz estará con vosotros.
Mateo 21, 33-43: Dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: escuchad otra parábola: Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó una torre, la arrendó a unos labradores y se marchó lejos. Llegado el tiempo de los frutos, envió sus criados a los labradores, para percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro, y a otro lo apedrearon. Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. Por último, les mandó a su hijo diciéndose: “Tendrán respeto a mi hijo”. Pero los labradores, al ver al hijo se dijeron: “Éste es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia”. Y, agarrándolo, lo sacaron fuera de la viña y lo mataron. Cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?. Le contestaron: hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores que le entreguen los frutos a su tiempo. Y Jesús les dice: ¿No habéis leído nunca en la Escritura: “La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente”? Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos.