27 de septiembre 2020 – domingo. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.
Papa Francisco: La Palabra de Dios nos evoca hoy, mediante la parábola de los dos hijos, que ante la orden del padre de ir a su viña responde el primero que no, pero luego sí va; y el segundo responde que sí, pero después no va. Se advierte una gran diferencia entre el primero, que es perezoso, y el segundo, que es hipócrita. 1. En el corazón del primero, después del “no”, resonaba de nuevo la invitación del padre. 2. En cambio, en el segundo, a pesar del “si”, quedó sepultada la voz del padre. El recuerdo del padre ha sacudido al primer hijo de la pereza, mientras el segundo, que conocía el bien, ha desmentido el decir con el hacer. En realidad, se había vuelto impermeable a la voz de Dios y de la conciencia y había abrazado sin problemas una doble vida. 3. Con esta parábola, Jesús abre dos caminos ante nosotros que no siempre estamos dispuestos a decir “sí” con las palabras y las obras, porque somos pecadores. Pero podemos elegir entre ser pecadores en camino, que están a la escucha del Señor, y cuando caen se arrepienten y se levantan, como el primer hijo; o bien, ser pecadores sentados, prontos a justificarse siempre y solo de palabra según lo que les convenga. La vida cristiana es un camino humilde de una conciencia nunca rígida y siempre en relación con Dios, que sabe arrepentirse y fiarse de Él en su pobreza, sin presumir nunca de bastarse así mismo. Así se supera el antiguo mal denunciado por Jesús en la parábola: la hipocresía, la doblez de vida, el clericalismo acompañado del legalismo, el alejamiento de la gente. La Palabra clave es arrepentirse; es el arrepentimiento que impide el endurecimiento: transformar el “no” a Dios en “sí”, y él “sí” al pecado en “no” por amor del Señor (1-10-2017).
Ezequiel 18, 25-28: Esto dice el Señor: Insistís: “No es justo el proceder del Señor”. Escuchad, casa de Israel: ¿Es injusto mi proceder?; ¿No es más bien vuestro proceder el que es injusto? Cuando el inocente se aparta de su inocencia, comete la maldad y muere, muere por la maldad que cometió. Y cuando el malvado se convierte de la maldad que cometió, y practica el derecho y la justicia, él salva su propia vida. Si recapacita y se convierte de los delitos cometidos, ciertamente vivirá y no morirá.
Salmo 24, 4-9: Recuerda, Señor, tu ternura.
Filipenses 2, 1-11: Si queréis darme el consuelo de Cristo y aliviarme con vuestro amor, si nos une el mismo espíritu y tenéis entrañas compasivas, dadme esta gran alegría: manteneos unánimes y concordes con un mismo amor y un mismo sentir. No obréis por rivalidad ni por ostentación, considerando por la humildad a los demás superiores a vosotros. No os encerréis en vuestros intereses, sino buscad todos el interés de los demás. Tened entre vosotros los sentimientos propios de Cristo Jesús. El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios; al contrario, se despojó de sí mismo tomando la condición de esclavo, hecho semejante a los hombres. Y así, reconocido como un hombre por su presencia, se humilló a sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo exaltó sobre todo y le concedió el Nombre-sobre-todo-nombre, de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.
Mateo 21, 28-32: Dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: ¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero y le dijo: “Hijo, ve hoy a trabajar en la viña”. Él le contestó: “No quiero”. Pero después se arrepintió y fue. Se acercó al segundo y le dijo lo mismo. Él le contestó: “Voy, Señor”. Pero no fue. ¿Quién de los dos cumplió la voluntad de su padre?. Contestaron: El primero. Jesús les dijo: en verdad os digo que los publicanos y las prostitutas van por delante de vosotros en el reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros enseñándoos el camino de la justicia y no le creísteis; en cambio, los publicanos y prostitutas le creyeron. Y, aun después de ver esto, vosotros no os arrepentisteis ni le creísteis.