7 de julio 2019 – domingo. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.
Papa Francisco: La página evangélica de hoy nos hace comprender cuán necesario es invocar a Dios el Señor de la mies, para que envíe obreros a su mies. Su tarea es anunciar un mensaje de salvación dirigido a todos, no solo a los misioneros que van lejos, también a nosotros, cristianos que decimos una palabra buena de salvación. Y este es el don que nos da Jesús con el Espíritu Santo. Este anuncio es el de decir: El reino de Dios ha llegado a vosotros. En efecto, Jesús ha acercado a Dios a nosotros; en Jesús, Dios reina en medio de nosotros, su amor misericordioso vence el pecado y la miseria humana. Y esta es la buena noticia que los obreros deben llevar a todos: un mensaje de esperanza y de consolación, de paz y de caridad (3-7-2016).
Isaías 66, 10-14c: Festejad a Jerusalén, gozad con ella, todos los que la amáis, alegraos de su alegría, los que por ella llevasteis luto; mamaréis a sus pechos y os saciaréis de sus consuelos, y apuraréis las delicias de sus ubres abundantes. Porque así dice el Señor: Yo haré derivar hacia ella, como un río, la paz, como un torrente en crecida, las riquezas de las naciones. Llevarán en brazos a sus criaturas y sobre las rodillas las acariciarán; como a un niño a quien su madre consuela, así os consolaré yo y en Jerusalén seréis consolados. Al verlo se alegrará vuestro corazón y vuestros huesos florecerán como un prado; se manifestará a sus siervos la mano del Señor.
Salmo 65, 1-5.16.20: Aclamad, al Señor, tierra entera.
Gálatas 6, 14-18: Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por la cual el mundo está crucificado para mí, y yo para el mundo. Pues lo que cuenta no es la circuncisión ni la o incircuncisión, sino la nueva criatura. La paz y la misericordia de Dios vengan sobre todos los que se ajustan a esta norma; también sobre el Israel de Dios. En adelante, que nadie me moleste, pues yo llevo en mi cuerpo las marcas de Jesús. La gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con vuestro espíritu, hermanos. Amén.
Lucas 10, 1-12.17-20: Designó el Señor otros setenta y dos, y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares a donde pensaba ir él. Y les decía: La mies es abundante y los obreros pocos: rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Mirad que os envío como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias; y no saludéis a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero: “Paz a esta casa”. Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; sino, volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comiendo y bebiendo de lo que tengan: porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa en casa. Si entráis en una ciudad y os reciben, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya en ella, y decid: “El reino de Dios ha llegado a vosotros”. Pero si entráis en una ciudad y no os reciben, saliendo a sus plazas, decid: “Hasta el polvo de vuestra ciudad, que se nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos sobre vosotros. De todos modos, sabed que el reino de Dios ha llegado”. Os digo que aquel día será más llevadero para Sodoma que para esa ciudad. Los setenta y dos volvieron con alegría diciendo: Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre. Él les contestó: Estaba viendo a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad: os he dado potestad para pisotear serpientes y escorpiones y todo poder del enemigo. Y nada os hará daño alguno. Sin embargo, no estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo.