13 de enero 2019 – domingo. Leed la Biblia, es la mejor forma de conocer a Dios y al hombre.
FIESTA DEL BAUTISMO DEL SEÑOR
Papa Francisco: Hoy, fiesta del Bautismo de Jesús, el Evangelio nos presenta el episodio ocurrido a orillas del río Jordán: en medio de la muchedumbre penitente que avanza hacia Juan Bautista para recibir el bautismo también se encuentra Jesús –hacía fila-. Juan quería impedírselo diciendo: Soy yo el que necesita ser bautizado por ti (Mt 3, 14). En efecto, el Bautista es consciente de la gran distancia que hay entre él y Jesús. Pero Jesús vino precisamente para quitar la distancia entre el hombre y Dios: Si Él está completamente de parte de Dios también está completamente de parte del hombre, y reúne aquello que estaba dividido. Por eso pide a Juan que lo bautice, para que se cumpla toda justicia, es decir, se realice el proyecto del Padre, que pasa a través de la vía de la obediencia y de la solidaridad con el hombre frágil y pecador, la vía de la humildad y de la plena cercanía de Dios a sus hijos. ¡Porque Dios está muy cerca de nosotros, mucho! Esta fiesta nos hace redescubrir el don de la belleza de ser un pueblo de bautizados, es decir, de pecadores –todos lo somos- de pecadores salvador por la gracia de Cristo, injertados realmente, por obra del Espíritu Santo, en la relación filial de Jesús con el Padre, acogidos en el seno de la madre Iglesia, hechos capaces de una fraternidad que no conoce confines ni barreras (8-1-2017).
Isaías 42, 1-4.6-7: Esto dice el Señor: Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido, en quien me complazco. He puesto mi Espíritu sobre él, manifestará la justicia a las naciones. No gritará, no clamará, no voceará por las calles. La caña cascada no la quebrará, la mecha vacilante no la apagará. Manifestará la justicia con verdad. No vacilará ni se quebrará hasta implantar la justicia en el país. En su ley esperan las islas. Yo, el Señor, te he llamado en mi justicia, te tomé de la mano, te formé he hice de ti alianza de un pueblo y luz de las naciones, para que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la cárcel, de la prisión a los que habitan en tinieblas.
Salmo 28, 1-4.9-10: El Señor bendice a su pueblo con la paz.
Hechos 10, 34-38: Pedro tomó la palabra y dijo: Ahora comprendo con toda verdad que Dios no hace acepción de personas, sino que acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea. Envió su palabra a los hijos de Israel anunciando la buena nueva de la paz que traería Jesucristo, el Señor de todos. Vosotros conocéis lo que sucedió en toda Judea, comenzando por Galilea, después del bautismo que predicó Juan. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo; porque Dios estaba con él.
Lucas 3, 15-16.21-22: Como el pueblo estaba expectante, y todos se preguntaban en su interior sobre Juan si no sería el Mesías, Juan les respondió dirigiéndose a todos: Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más fuerte que yo, a quien no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego. Y sucedió que, cuando todo el pueblo era bautizado, también Jesús fue bautizado; y, mientras oraba, se abrieron los cielos, bajó el Espíritu Santo sobre él con apariencia corporal semejante a una paloma y vino una voz del cielo: Tú eres mi hijo, el amado: en ti me complazco.